domingo, 14 de octubre de 2018

R.P. Leonardo Castellani: Sermón Parábola del Deudor Desaforado






En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola: «Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: “Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.” Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: “Paga lo que debes.” Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.” Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?” Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.» 
Mateo XVIII, 23-35



"Domingueras Prédicas I"
R.P. Leonardo Castellani


Dominica XX después de Pentecostés
Parábola del Deudor Desaforado (1967)

Jesucristo ilustró la quinta petición del Padrenuestro ( "perdónanos nuestras deudas") con esta Parábola del Deudor 1 )csaforado, que era muy mansito como deudor, pero desaforado
romo Acreedor. 

Cristo nos da el Mandato de perdonar siempre al prójimo, comprometiendo en ese mandato el perdón de Dios a nosotros. De modo que los que dicen: -¿Ese es mandato o consejo? -Es mandato -¿Y en qué mandamiento está? -En el primero.

Con razón dicen que Dios al hacerse hombre nos dio todo lo que tenía; porque en este caso, el perdón del pecado, que es una cosa privativa de Dios, la hace depender de un acto de voluntad del hombre; y en el otro extremo, la felicidad del hombre, que es Dios mismo, la hace depender de otro acto relativamente fácil de . voluntad: "porque todo lo que hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis -venid benditos de mi Padre". Puso sus méritos a nombre nuestro, podemos decir.

A mi padre lo asesinaron cuando yo tenía 7 años -lo asesinó la policía del Régimen "falaz y descreído", como decía Yrigoyen; y no se confesó antes de morir porque lo impideron los masones sus amigos; y yo la consolaba a mi abuela, cuando me volví pequeño teólogo a los 13 años, diciéndole que habiendo sido la última palabra de mi padre "perdono al que me mató para que Dios me perdone" todo estaba en orden. Pero en estos días recibí una copia del certificado de defunción firmado por el Párroco Santiago Olessio, donde dice "recibidos los Sacramentos". Lástima que no viva mi abuela. Como no creo que el piamontés Olessio mintiera, resulta que los masones (Don Jerónimo Piazza) engañaron a mi abuela Doña Magdalena.

Jesucristo dio este mandato contra el vicio de la iracundia y todos sus parientes, hijos y entena dos: como la cólera, el rencor, la venganza, la inquina, el odio y la desesperación, que encierra en sí no poca parte de ira impotente; contra la desesperación y contra el resentimiento. Dio otros dos mandatos contra ese vicio capital, éste está en el medio: primero no resistir al mal, la paciencia; tercero, amar a los enemigos, por amor de Dios. Contra los cuatro pecados capitales espirituales predicó directamente Cristo: Soberbia, Avaricia, Envidia, Ira; los tres pecados carnales no predicó en contra: la Lujuria, Gula y Pereza estaban condenados por la Moral Social o Convencional, incluso en demasía; y además ellos tienen ciertos límites naturales, mientras los vicios espirituales son infinitos: "los vicios no tienen lindes- como tienen los terrenos" -dijo uno. Belloc decía que lo que lo aterraba en nuestra época no era la lujuria sino la crueldad -que pertenece a la ira: porque la crueldad no tiene límites. Un sultán podrá tener un harem de 200 concubinas pero no puede seguir aumentándolas indefinidamente; pero un asesino puede cometer un gran número de crímenes y seguir matando.

La ira entre las naciones, cosa tan actual, depende naturalmente de la ira de los particulares, de muchos particulares que no perdonan. Cuando estaba en Francia me llamaba la atención el odio que tenían (generalmente) los franceses a los alemanes; que nosotros no tenemos a los brasileros, por ejemplo. Yo decía: "bueno, es que éstos del Norte, de la Champaña, han sufrido dos invasiones alemanas en 20 años ... ". Pero después me  fui al Sur, y me encontré con que los gascones odiaban a los alemanes más que los champañeses y además odiaban a España y a Italia. ¡Cataplún! Es que no perdonan la guerra; y con eso se preparan otra guerra.

Eso no quiere decir que hay que ir al otro extremo, al extremo del pacifismo, la buena vecindad y el amor a todas las naciones t'xtranjeras menos la propia, que es una filfa inventada por la imbecilidad contemporánea para uso de los argentinos. Cuando vino el Cha de Persia, el Presidente habló en un discurso del "gran afecto que liga nuestros dos pueblos"; y resulta que nuestro pueblo no sabía ni siquiera si existía el otro pueblo. Lo mismo cuando vino el Rey de Noruega. Eso de la buena vecindad de los EE.UU. que me la pasen por las narices: eso no existe. El caudillo mejicano Porfirio Díaz cuando estaba por morir dijo: "¡Pobre Méjico: tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!". Las naciones no son monjas, hoy día por lo menos: son especie de )',randes fieras no bautizadas o mal bautizadas. O sea, no hay que odiarlas, pero hay que tener cuidado; como dice Anzoátegui: "al enemigo hay que perdonarlo pero no hay que perderlo de vista".

Por eso hay otro refrán que dice: "Amigo reconciliado, enemigo redoblado". Quiere decir que cuando dos amigos se han peleado y después se han re-amigado, nunca es como la antigua amistad, más bien es como una enemistad todavía más peligrosa que antes. Pero eso viene de que no se ha perdonado de corazón, el runrún de las ofensas permanece en el fondo del alma y se ha hecho una reconciliación de conveniencia; que es lo más común; porque perdonar de alma es sumamente difícil.

Perdonar del todo, de modo que no quede nada de la cólera ni siquiera en el fondo (en la subconciencia que dicen ahora), es difícil a par de muerte. Mas para conseguir eso hay un remedio que es ir más allá del perdón, hacer un bien al ofensor; que es el tercer mandato: 1o, tener paciencia; 2o, perdonar; 3o, hacer el bien.

Después desto vienen una cantidad de bemoles en la práctica, distinciones sutiles, acerca del cómo, el cuándo y el hasta dónde; o sea, cómo debemos ser caritativos sin ser flojos, zonzos o borregos. Eso les enseñará el Espíritu Santo con la natural sindéresis 82 si hacen el firme propósito de "perdonar nuestras deudas para que Dios no perdone nada a nuestros deudores", como decía Durañona; porque no es el caso les espete el enorme sermón de 26 páginas del P. Paolo Ségneri (que está muy bien para los italianos) acerca del "Perdón de las Injurias".





Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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