SANTA EULALIA,
Virgen y Mártir
n. hacia el año 290 en España;
† martirizada hacia el año 304 en Barcelona, España
Patrona de marineros. Protectora contra las sequías y los inconvenientes en los viajes por mar.
Nosotros no ponemos la mira en las cosas visibles,
sino en las invisibles. Porque las que se ven son transitorias;
mas las que no se ven son eternas.
(2 Corintios 4, 18)
- Los siete santos Fundadores de la Orden de Siervos de la bienaventurada Virgen María, Confesores, cuya muerte se conmemora en sus días respectivos. En vida los asoció un espíritu de verdadera fraternidad, y después de muertos los unió el culto con que a todos juntos veneró el pueblo fiel, y el haberlos también canonizado a una el Papa León XIII.
- En África, san Damián, soldado y Mártir.
- En Cartago, los santos Modesto y Julián, Mártires.
- En Alejandría, los santos infantes Modesto y Ammonio, Mártires.
- En Barcelona de España, santa Eulalia, Virgen, la cual, en el imperio de Diocleciano, habiendo sufrido el potro, las uñas aceradas y el fuego, por último, clavada en una cruz, recibió la gloriosa corona del martirio.
- En Constantinopla, san Melecio, Obispo de Antioquía, el cual, habiendo sufrido muchas veces el destierro, por defender la fe católica, al fin pasó al Señor en aquella ciudad. San Juan Crisóstomo y san Gregorio Niseno celebraron sus virtudes con grandísimos encomios.
- También en Constantinopla, san Antonio, Obispo, en tiempo del Emperador León VI.
- En Verona, san Gaudencio, Obispo y Confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTA EULALIA,
Virgen y Mártir
Santa Eulalia, cuando apenas contaba 14 años, fue sometida al tormento del potro, a los azotes, a las uñas de hierro, al fuego, a la cal viva y al plomo derretido. Ella sufre impávida los tormentos: “Dios –dice– está conmigo”. No considera a los verdugos que la atormentan, sino a Jesucristo que la consuela; no presta atención a los suplicios que soporta, sino a la recompensa que espera de Dios que es el espectador de su martirio. Expira invocando a Jesucristo, y su alma emprende vuelo hacia lo alto en forma de paloma.
MEDITACIÓN
SOBRE LA PRESENCIA DE DIOS
I. Almas justas, Dios os ve cuando sufrís; ve vuestros combates y vuestras victorias; ¡qué consuelo en vuestras aflicciones! ¿Qué soldado no se expondría a la muerte bajo la mirada de su rey? Cuando gimo, cuando me impaciento, Dios me ve; ¿me atrevería a cometer esta cobardía en presencia de un hombre honrado? No basta que Dios me vea, es preciso que esté siempre presente a mi espíritu.
II. No solamente ve Dios nuestras aflicciones, sino que es Él quien nos las envía o quien permite que las tengamos. No te irrites, pues, contra la mano de tu perseguidor, ni te impacientes en tus enfermedades: Dios quiere que ellas te aflijan. En adelante recibe con entera resignación todos los males que te envíe, y dile a Dios con Jesús: ¡Padre mío, que se haga vuestra voluntad y no la mía!
III. Dios recompensará estos sufrimientos; si es su espectador lo es solamente para ser, Él mismo, la recompensa. “Yo seré –dice Él– vuestra recompensa”. Él será quien enjugue tus lágrimas; invócalo en la aflicción. Él consoló a Santa Eulalia y a tantos otros mártires en sus suplicios; Él colmaba de gozo a Job en su estercolero. Ten presente en tu espíritu, en tus sufrimientos, este pensamiento: Dios ve mis sufrimientos, Dios los recompensará; y tus dolores se disiparán, crecerá en ti el valor. Tienes a los ángeles y al Señor de los ángeles como espectadores en las luchas que sostienes contra el demonio (San Efrén).
El recogimiento.
Orad por los muertos.
ORACIÓN
Que la bienaventurada Eulalia, virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, Señor, ella que siempre os fue agradable por el mérito de la castidad y por su valor en confesar vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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