SAN GABINO,
Mártir
No me avergüenzo del Evangelio.
(Romanos 1, 16)
- En Roma, el triunfo de san Gabino, Presbítero y Mártir, que fue hermano del Papa san Cayo, el cual, aherrojado largo tiempo en la cárcel por Diocleciano, con una preciosa muerte se granjeó los gozos celestiales.
- En África, los santos Mártires Publio, Julián, Marcelo y otros.
- En Palestina, la conmemoración de los santos Monjes y otros Mártires que, en odio a la fe cristiana, fueron cruelísimamente muertos por los Sarracenos que acaudillaba Almondir.
- En Nápoles de Campania, san Quod-vult-Deus, Obispo de Cartago, el cual, junto con su Clero, puesto por el Rey Arriano Genserico en unas naves rotas, sin remos ni velas, llegó, contra toda esperanza, a Nápoles, y, allí desterrado, murió Confesor.
- En Jerusalén, san Zambdas, Obispo.
- En Soles de Chipre, san Auxibio, Obispo.
- En Benevento, san Barbato, Obispo, que, célebre en santidad, convirtió a los Longobardos y a su Caudillo a la fe de Cristo.
- En Milán, san Mansueto, Obispo y Confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN GABINO,
Mártir
San Gabino, después de la muerte de su esposa, fue ordenado sacerdote. Fue de gran ayuda para el gobierno de la Iglesia, al lado de San Cayo, su hermano, que Sucedió al Papa Eutiquio. Recorría los bosques, penetraba en las cavernas, donde la persecución obligaba a refugiarse a los cristianos; con frecuencia pasaba las noches en el hueco de las rocas y, para fortificar a esos generosos atletas, allí ofrecía el Sacrificio divino. Su celo le mereció la palma del martirio.
MEDITACIÓN
SOBRE EL EVANGELIO
I. Un cristiano debe creer todo lo que se dice en el Evangelio; debe escuchar cada una de sus palabras como si Jesucristo mismo le hablase, dice San Agustín. ¿Crees verdaderamente en todas las verdades del Evangelio? ¿Crees que Jesucristo ha muerto por ti, que existe un infierno para los pecadores y un paraíso para los justos? ¡Ah! si tuvieses fe viva, si creyeses firmemente en estas verdades, ¿qué no harías para ganar ese paraíso y para evitar ese infierno?
II. No basta creer lo que nos enseña el Evangelio; es preciso que nuestra fe vaya acompañada de buenas obras, que mostremos con nuestros actos que creemos en el Evangelio. Crees por el testimonio del Evangelio que los pobres y los afligidos son bienaventurados, y rehuyes la pobreza y las aflicciones. ¡Veneras la cruz en los altares, y sientes horror por ella en tu corazón! ¿Hasta cuándo tus acciones desmentirán tu creencia? Toma el Evangelio, examina sus principales máximas: verás en este espejo el miserable estado de tu alma, y confesarás, con San Jerónimo, que nada es más fácil que parecer cristiano y nada más difícil que serlo en realidad. Lo que es grande es ser cristiano, no el parecerlo (San Jerónimo).
III. No hay que avergonzarse de tomar la defensa del Evangelio contra los infieles, los herejes, los impíos y los malos cristianos. Debes estar pronto para derramar toda tu sangre por el Evangelio, y temes a menudo decir una palabra, exponerte a una burla por defenderlo contra un libertino. No me avergüenzo del Evangelio (San Pablo).
La fe.
Orad por los que sufren persecución.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, haced, os suplicamos, que celebrando el nacimiento al cielo del bienaventurado Gabino, vuestro mártir, seamos fortificados por sus oraciones en el amor de vuestro Nombre. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
No hay comentarios:
Publicar un comentario