SAN BENITO,
Abad
n. hacia el año 480 en Nursia, Italia;
† hacia el año 547 en Montecasino, Italia
Patrono de monjes; personas en órdenes religiosas; ingenieros civiles; trabajadores agrícolas; granjeros; espeleólogos; niños escolares; personas en trance de muerte. Protector contra la hechicería; brujería; veneno; fiebre; urticaria; erisipela; enfermedades inflamatorias; enfermedades renales. Se lo invoca en las tentaciones y cuando se ha roto alguna pertenencia de un superior.
Dichosos los siervos a los cuales
Dichosos los siervos a los cuales
el amo al venir encuentra velando.
(Lucas 12, 37)
- En Monte Casino, el tránsito de san Benito, Abad, el cual restableció la disciplina Monástica, muy decaída en Occidente, y la propagó de un modo extraordinario; cuya vida, gloriosa en virtudes y milagros, escribió san Gregorio Papa.
- En Catania de Sicilia, san Birilo, el cual, ordenado Obispo por san Pedro, habiendo convertido a la fe muchos gentiles, allí mismo, en muy avanzada ancianidad, descansó en paz.
- En Alejandría, la conmemoración de los santos Mártires, que en tiempo, del Emperador Constancio y del Prefecto Filagrio, invadiendo los templos los Arrianos y Gentiles un día de Viernes Santo fueron asesinados.
- En el mismo día, los santos Mártires Filemón y Domnino.
- En Alejandría, san Serapión, Anacoreta y Obispo de Thmuis, varón de grandes virtudes, que, desterrado por el furor de los Arrianos, Confesor, pasó al Señor.
- En territorio de Lyon, san Lupicino, Abad, cuya vida fue ilustre por la santidad y por la gloria de los milagros.
- En el lugar de Ranft, cerca de Sachseln, en Suiza, san Nicolás de Flüe, padre de familia, después Anacoreta, insigne por su asperísima penitencia, apellidado por los Suizos padre de la patria, al cual el Papa Pío XII inscribió en el catálogo de los Santos.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN BENITO,
Abad
San Benito abandonó el mundo a la edad de 14 años para retirarse al desierto. Esforzose el demonio por encender en su corazón el fuego de las pasiones impuras. Para vencer, San Benito revolcábase entre espinas y zarzas. Su fama de santidad extendiose a lo lejos y le atrajo una multitud de discípulos. Hizo muchos milagros que lo han hecho célebre; mas el mayor de los prodigios fue el establecimiento de su orden, que ha dado un sinnúmero de santos a la Iglesia. Murió hacia la mitad del siglo VI.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE DE SAN BENITO
I. Desde que hubo comprendido la vanidad del mundo, retirose San Benito a la soledad, y allí mortificó su cuerpo mediante continuas austeridades. ¡Hace ya tanto tiempo que tú conoces los peligros del mundo, y lo amas todavía! ¡Sabes que es infiel, y en él te fías! ¡Estás persuadido de que no hay recompensa para sus adoradores, y ansiosamente buscas sus favores! Engañó ya a muchos otros con sus falsos bienes; mas, los que antes lo honraban lo desprecian ahora. ¿Por qué no lo dejas? Apenas si tiene el mundo lo que es preciso para engañar; carece de bienes, hasta de bienes frágiles (San Euquerio).
II. San Benito despreció al mundo, y el mundo le honra; los reyes, los príncipes, numerosos fieles acuden a verlo en la soledad, para encomendarse a sus oraciones o para imitar su género de vida. Tú amas al mundo y él te desprecia; lo desprecias y él te prodiga sus alabanzas. Pareciera que Dios, impaciente por recompensar a sus servidores, no puede esperar la vida futura para hacerlo. ¡Cuán apurada estáis, oh bondad divina, en glorificar a vuestros santos! (San Eusebio).
III. San Benito, vencedor del mundo, lo abandona y muere en una iglesia en medio de sus religiosos, advertidos por él de la hora de su muerte. ¿Te ha sido revelado cuándo y cómo morirás? Mantente siempre preparado. Los religiosos de este santo son sus hijos y su corona. Tus hijos y tu corona son tus obras: ellas te seguirán hasta el trono de Dios, para acusarte o defenderte.
El amor de la soledad.
Orad por la Orden de San Benito.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Señor, que la intercesión de San Benito, abad, nos haga agradables a Vuestra Majestad, y que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos.
Por J. C. N. S.
Visto en Tradición Católica
No hay comentarios:
Publicar un comentario