En aquel tiempo: Aquél mismo día, el primero de la semana, y estando, por miedo a los judíos, cerradas las puertas ( de ) donde se encontraban los discípulos, vino Jesús y, de pie en medio de ellos, les dijo: ¡Paz a vosotros!”. Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor. De nuevo les dijo: ¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío”. Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo: a quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos”. Ahora bien Tomás, llamado Dídimo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Por tanto le dijeron los otros: “Hemos visto al Señor”. Él les dijo: “Si yo no veo en sus manos las marcas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y no pongo mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”. Ocho días después, estaban nuevamente adentro sus discípulos, y Tomás con ellos. Vino Jesús, cerradas las puertas, y, de pie en medio de ellos, dijo: “¡Paz a vosotros!” Luego dijo a Tomás: “Trae acá tu dedo, mira mis manos, alarga tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás respondió y le dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que han creído sin haber visto”. Otros muchos milagros obró Jesús, a la vista de sus discípulos, que no se encuentran escritos en este libro. Pero éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Juan XX, 19-31
Domingueras Prédicas II
R.P. Leonardo Castellani
Domínica In Albis (o de Cuasimodo)
Primera Aparición a los Discípulos (1967)
Hemos leído el relato de la sexta aparición del día de Pascua según está en San Juan. Digo "sexta" contando la de María Santísima. ¿Cómo sabemos apareció a María Santísima? "Porque tenemos entendimiento -dice San Ignacio de Loyola- y leyendo que apareció a otros muchos, queda entendido que apareció primero a su Madre Santísima." No hay duda posible.
El Evangelista dice "los Once" porque ésa era entonces la designación de los Apóstoles, pero eran diez, ausente Tomás Dídimo, o sea, el Mellizo. ¿Dónde andaba Tomás y qué andaba haciendo? Esto nos da la razón de por qué los Apóstoles no fueron de inmediato a Galilea, como les había mandado el Señor (1); y una semana más tarde los encontraremos todavía aquí, sea en la casa de Juan Marcos, sea en el Cenáculo, como es más probable. ESTABAN ESPERANDO A TOMÁS, o buscándolo. Tomás había huido o se había escondido de miedo: pesaba entonces sobre ellos la acusación de violadores de tumbas, uno de los crímenes más castigados de la antigüedad. Al fin Tomás tuvo más miedo todavía de andar suelto, y cayó al Cenáculo, donde los Apóstoles le narraron la aparición de Cristo y él se negó caprichosamente a creerla, diciendo las palabras que todos saben; o sea, repitiendo las palabras que le acababan de decir los Apóstoles, a saber, que ellos habían visto a Cristo y habían tocado sus manos y sus llagas, o sea, las cicatrices de sus llagas.
Tres cosas hizo Cristo en esta aparición: primero, quitó el temor y la incertidumbre a los suyos; segundo, les enseñó las Escrituras; tercero, instituyó el Sacramento de la Confesión.
I - Los dos Discípulos de Emaús, Cleofás y el otro, que pudo haber sido Lucas, habían venido corriendo a anunciar que habían visto a Jesús (2); y los Apóstoles comenzaron a discutir con ellos (no Pedro ciertamente, el cual ya también había visto (3); cuando de repente Cristo "estuvo" en medio dellos: el verbo griego "éste" (4) indica apareció en medio de golpe; no pasó por las puertas cerradas. Se conturbaron y espantaron creyendo ver un fantasma. Cristo los reprende y les dice: "Los fantasmas no tienen carne y huesos, mirad mis manos y mis pies, palpad y ved." Entonces la incredulidad de miedo se cambia en incredulidad de gozo, como cuando decimos: "Me parece que estoy soñando." "¿Tenéis algo que comer?", continuó Cristo. Pescado asado y miel en panal. Comió Cristo y los convidó con bocados; por eso pudo decir más tarde San Pedro en su sermoncito al Centurión Cornelio: "con Él comtmos y bebimos después de su Resurrección."(5)
No vale la pena ocuparse de las patrañas que han urdido los racionalistas actuales sobre este lugar, con el fin de borrar la Resurrección; pues son ridículas. Lo curioso es que ni siquiera son originales dellos, pues han sido precedidos por los viejos herejes del siglo II, como Marción (6) y Eutiques (7). Hablando de Marción el Doketa, dice Tertuliano que tenía este procedimiento: borraba todos los versículos del Evangelio que iban contra su doctrina, conservando solamente los que podía torcer en pro. Exactamente igual hacen estos sabiazos ahora; de modo que aquí tienen que borrar todo; y así dice el apóstata Loisy (8) que todas estas apariciones en Judea son inventadas y añadidas al Evangelio mucho tiempo después. ¿Cómo lo sabes? Yo estoy convencido. ¿Cómo lo pruebas? Lo digo yo.
II - Después Cristo "les abrió la inteligencia de las Escrituras", es decir, les explicó los Profetas, como a los de Emaús; principalmente las Profecías de su Pasión y Resurrección:
"No abandonarás mi alma en los infiernos (9)
Ni permitirás que tu Santo se pudra",
dijo David (10); y además todo el libro de Jonás, que Él mismo había explicado a los judíos como símbolo de la Resurrección.
Cristo tuvo que explicar las Escrituras a los Apóstoles; mas ahora mi amigo N. N., protestante, dice que él abre la Biblia y la entiende hasta el más ocultísimo sentido ...
Lástima grande
Que no sea verdad tanta belleza.
¡Cuánto esfuerzo y estudio ahorrado, miles de libros sobre la Escritura, con sólo agarrar a éste y hacerlo Papa -sabe toda la Biblia a primera vista!
III - Cristo instituye el Sacramento de la Confesión en la siguiente forma: sopló sobre los Apóstoles y dijo: "Como mi Padre me envió, así os envío a vosotros. Os doy el Espíritu Santo. A los que perdonaréis los pecados, les serán perdonados; y a los que retuviereis, retenidos son."
O sea: "Así como mi Padre me envió a juzgar y perdonar los pecados ..."
"Os doy el Espíritu Santo ... ", no "os envío el Espíritu Santo" -pues eso será el día de Pentecostés.
"A los que perdonareis y a los que retuviereis, perdonados y retenidos son ... ", en tiempo presente.
Si Cristo hubiese dicho solamente: "A los que padonéís ... " podía caber una duda. Pero al añadir, "a los que retengáis ... ", queda instituído un juicio con sentencia absolutoria o no absolutoria; para sentenciar en un juicio, hay que conocer la causa; para conocer la causa, en el caso de los Apóstoles y los sacerdotes, el penitente debe declarar sus pecados: los sacerdotes no tenemos la facultad sobrenatural de Cristo de ver sin más ni más los pecados. Cristo podía decir sin más: "Perdonados te son tus pecados", como hacen ahora algunos pastores protestantes; nosotros no podemos.
Estas palabras de Cristo significan la institución del Sacramento de la Penitencia, no se las puede interpretar de otra manera, es imposible por más vueltas que les des.
La Penitencia, que Lutero llamó "carnicería mental" -carnificina-, es un gran bien que Cristo legó a la Humanidad; incluso cura enfermedades nerviosas; y por lo menos ahorra pecados, evita las recaídas.
Es un bien que es mejor no tener que usar, como son todos los remedios -y los médicos; pero las enfermedades existen. Quiero recordar aquí que si no existe conciencia de pecados graves, la confesión no es obligatoria ni necesaria, aunque sea aconsejable la confesión de meros pecados veniales -si no se hace demasiado o en forma demasiado ligera. Ni siquiera en Pascua es obligación de confesar, si no hay conciencia de pecado grave: en ese caso el precepto de la Iglesia "confesar almenas una vez al año" se vuelve consejo (nunca está de más), y "comulgar" queda como precepto.
Bien hizo Cristo en instituir la Confesión y el Bautismo después de resucitado, pues en efecto son resurrección del alma. Hemos de estarle agradecidos por este Sacramento, que es todo lo contrario de lo que dijo Lutero; y la mejor manera de agradecerlo es practicándolo bien; y que los curas se embromen.
Notas
l. Mateo 28, 10.
2. Lucas 24, 13 sgts.
3. Lucas 24, 34; I Corintios 15, 5.
4. Lucas 24, 36.
5. Hechos 10, 41.
6. Marción oponía el Dios de Justicia del Antiguo Testamento al Dios de Amor revelado por Cristo. Afirmaba también que el Señor no fue hombre verdadero, pues su cuerpo sólo era una apariencia ("dókesis").
7. Eutiques vivió en el siglo V; fue abad de un monasterio de trescientos monjes en Constantinopla. Entonces tenía muchos adeptos la herejía de Nestorio, quien ponía en Cristo dos personas para explicar la unión de la naturaleza divina y de la humana. De este modo la Virgen no era Madre de Dios (theotókos) sino madre del hombre al que se había unido moralmente, no sustancialmente la Segunda Persona de la Trinidad.
Para combatir a Nestorio, E u tiques sostuvo que hay en el Señor una sola persona porque con la Encarnación la naturaleza humana queda absorbida en la divina: es la herejía monofisita.
El 11 de Noviembre de 1995 el Papa y el Patriarca de la Iglesia asiria de Oriente firmaron una declaración cristológica común que puso fin a esta herejía.
8. El sacerdote francés Alfred Loisy (1857-1940) es una de las figuras más importantes de la herejía modernista. Sostuvo que los dogmas de la Iglesia no son verdades llovidas del Cielo sino símbolos que responden al nivel general de los conocimientos humanos en el tiempo y en los lugares en que fueron establecidos. En consecuencia, una modificación substancial de los conocimientos exige una nueva interpretación de las viejas fórmulas, que adquieren un contenido diferente. Mas estas variaciones no eliminan la fe porque -según los modernistas- ella ni siquiera es un conocimiento sino una creación del espíritu humano para expresar el sentimiento de lo Infinito.
Pero los teólogos "actualizados" no se limitan a reincidir en el escepticismo de los paganos: "El sofista pagano renuncia a la verdad y el sofista moderno la aborrece; y la razón es que entre medio de los dos bajó a la tierra la Verdad hecha carne, y desde entonces hay que estar con ella o contra ella. Porque el pecado de Gorgias es de desesperación; pero el pecado contra la verdad de Voltaire es de odio." (Castel!ani, L., "El Maestro Infalible", en "Cristo ¿Vuelve o no Vuelve?", Dictio, Bs. As., 1976, p. 105.)
He visto algo peor que todo azote:
Vi la desolación abominable:
Odio en el corazón del sacerdote ...
Odio hacia la verdad, ¡oh miserable!. ..
Pero de un caso tal es conveniente
Tan sólo el agua de los ojos hable*
9. En el mundo de ultratumba.
10. Psalmo 15, 10.
--
* Castellani, "Cristo ¿Vuelve o no Vuelve?", Sección Cuarta: Resumen de Todo lo Dicho en Verso", Dictio, Bs. As., 1976, p. 79.
Sea todo a la mayor gloria de Dios.
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