martes, 4 de junio de 2019

Bautismo de Deseo: ¿Qué enseñó el Padre Leonard Feeney?



Foto original: "ESTADOS UNIDOS - CIRCA 1949: el reverendo Leonard Feeney de la orden jesuita 
entabla una controversia con sus superiores sobre la enseñanza de la doctrina católica".
(Foto de Alfred Eisenstaedt / Colección de imágenes de LIFE / Getty Images)




JUSTIFICACIÓN Y SALVACIÓN: ¿QUÉ ENSEÑÓ EL PADRE LEONARD FEENEY?

El 12 de abril, Michael Voris, de Church Militant, aturdió a sus seguidores cuando de repente comenzó a promover la persona y la teología del difunto Padre Leonard Feeney, SJ (1897-1978) y el St. Benedict Center que ayudó a moldear (al menos el de New Hampshire, pues hay otro en Massachusetts). Siguieron otros dos artículos similares y episodios de el Vortex, así como una entrevista completa con el Prior del NH St. Benedict Center y una llamada directa a brindar apoyo financiero al grupo, que no está en "plena comunión" con la diócesis Novus Ordo. Sin embargo, el 23 de abril, Church Militant publicó un artículo contra el feeneyismo, probablemente confundiendo aún más a sus lectores. Escrito por Jim Russell, se titula “La Extraña Doctrina del Padre Feeney" en el que expresa críticas a la posición teológica del St. Benedict Center.

El caso de Leonard Feeney es, verdaderamente, trágico en la historia de la Iglesia, pero ejemplifica cómo las herejías y las falsas enseñanzas a menudo surgen como una reacción excesiva o falsa a otra herejía o error que intentan combatir. No hay duda de que el dogma  "Fuera de la Iglesia No hay Salvación" (Extra Ecclesiam Nulla Salus, o EENS; ver Denz. 430) fue cada vez más socavado y atacado en las décadas de 1940 y 50, no solo por personas fuera de la Iglesia, sino también por muchos al interior de ésta. En su histórica encíclica de 1950 contra el renaciente modernismo de su época, el Papa Pío XII advirtió: "Algunos reducen a una fórmula sin sentido la necesidad de pertenecer a la verdadera Iglesia para obtener la salvación eterna" (Encíclica Humani Generis). Feeney intentó remediar esta tendencia, pero lo hizo distorsionando la enseñanza de la Iglesia en la dirección opuesta. En 1947, comenzó a predicar extrañas ideas acerca de la justificación, la salvación y la necesidad de pertenecer a la Iglesia y, por lo tanto, se metió en problemas con las autoridades de su orden (Jesuitas) y con la diócesis en la que estaba trabajando (Arquidiócesis de Boston).

Otro sacerdote católico que era consciente de la gran necesidad de contrarrestar la peligrosa subversión del dogma EENS, pero que lo hizo utilizando sólida teología católica, fue Monseñor Joseph Clifford Fenton, profesor de Fundamentos de Teología Dogmática en la Universidad Católica de América, editor de la revista "American Ecclesiastical Review" (1943-63) y ex alumno del legendario Padre Reginald Garrigou-Lagrange, OP. Fenton era un experto en el campo de la eclesiología. El Papa Pío XII reconoció los logros teológicos de Fenton y le otorgó la medalla Pro Ecclesia et Pontifice en 1954. En 1958, Fenton publicó la magnífica obra "La Iglesia Católica y la Salvación a la Luz de los Pronunciamientos Recientes de la Santa Sede". Una variedad de sus numerosos artículos sobre la Iglesia se publicó recientemente como "La Iglesia de Cristo: Una colección de ensayos de Monseñor Joseph C. Fenton".

Por desgracia, a pesar de la corrección del Santo Oficio (Decreto Suprema Haec Sacra del 8 de agosto de 1949), Feeney persistió en sus errores, y en 1953 fue excomulgado por el Papa Pío XII ferendae sententiae (Penas que solo obligan desde que se imponen - N. de C.V.) por grave desobediencia, ya que se negó obstinadamente a obedecer la orden de comparecer en el Vaticano, para explicar su doctrina, incluso bajo pena de excomunión. (El falso Papa, Pablo VI, finalmente levantó la excomunión, al menos putativamente).

¿Pero, qué extrañas doctrinas enseñó el padre Feeney?

Para responder a esta pregunta, presentamos un artículo escrito por el P. Benedict Hughes, CMRI, publicado en The Reign of Mary hace dos años. En éste, el P. Benedict presenta citas directas del propio libro de Feeney de 1952, "El Pan de la Vida" y lo critica a la luz de la genuina doctrina católica: "Mi propósito será presentar las enseñanzas del Padre Feeney y permitir que el lector vea cómo estas contradicen la enseñanza de la Iglesia", declara el autor.

Otros recursos para ayudar a proporcionar claridad con respecto a EENS incluyen el nuevo libro "Contra Crawford", el Catecismo Anti-Feeneyita de Monseñor Donald Sanborn, nuestro TRADCAST 004 y el sitio web baptismofdesire.com. Un simple eslogan para recordar la actitud católica ortodoxa, en el debate de EENS sería: "Fenton, no Feeney".



Justificación y Salvación: ¿Qué enseñó el Padre Leonard Feeney?

(R.P. Benedict Hughes, CMRI)


Publicado por primera vez en The Reing of Mary, no. 164 (verano 2017) 

Cornelio era un buen hombre. Devoto y temeroso de Dios, era conocido por su limosna. De hecho, las Sagradas Escrituras nos dicen que oró a Dios "continuamente", - lo que no es una alabanza menor, viniendo como viene del mismo Espíritu Santo- sin embargo, había un problema importante con Cornelio: él era un pagano.

La fascinante historia de este centurión romano se narra en el capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles. Un día, mientras Cornelio estaba orando, un ángel se le apareció y le ordenó que enviara mensajeros a Jope, una ciudad junto al mar, para pedirle a San Pedro que viniera a él. Se despacharon tres mensajeros que llegaron a Jope al día siguiente. Mientras tanto, el Espíritu Santo ordenó, a San Pedro, acompañar a estos hombres a su ciudad. Así que al día siguiente partió con ellos para Cesarea.

Pedro llegó con sus compañeros para encontrar una cada llena, porque Cornelius, en su entusiasmo, había invitado a sus amigos y familiares. Después de escuchar a Cornelio contar el mensaje del ángel que le había instruido enviar los mensajeros a Pedro, éste último respondió: "En verdad conozco que Dios no hace acepción de personas, sino que en todo pueblo le es acepto el que le teme y obra justicia" (Hechos, 10: 34-5). Luego pasó a explicar que Jesús es verdaderamente el Mesías predicho por los profetas. Y, “Mientras Pedro pronunciaba aún estas palabras, descendió el Espíritu. Santo sobre todos los que oían su discurso” (Hechos, 10:44). Pedro y sus compañeros se asombraron de que el Espíritu Santo hubiera venido sobre estos gentiles, “Pues los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Por lo cual dijo Pedro: “¿Puede alguien prohibir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” (Hechos, 10: 46-7). Luego ordenó que fueran bautizados.

Esta estupenda historia nos muestra los maravillosos efectos de la cooperación con la gracia. Es particularmente interesante ver que el Espíritu Santo vino sobre estas almas antes de ser bautizadas. Este hecho hace surgir una pregunta interesante: ¿qué habría sido de sus almas si hubieran muerto antes de ser bautizados? En otras palabras, ¿cómo describimos el estado de sus almas durante el intervalo en que escucharon y aceptaron las enseñanzas de Pedro, pero aún no se habían bautizado? Para responder a esta pregunta, primero debemos entender qué se entiende por justificación y qué enseña la Iglesia a este respecto.

¿Qué es la justificación?

En el Evangelio leemos la parábola del fariseo y el publicano (Lucas, 18: 9-14). Nuestro Señor nos dice que este hombre (el publicano) se fue del templo justificado, en lugar del otro. Por supuesto, hay muchos otros lugares en las Escrituras donde se usa la palabra justificación, o sus derivados. Entonces, ¿qué significa exactamente? En pocas palabras, aquél que está en el estado de gracia santificante, está en el estado de justificación. En otras palabras, su alma se encuentra en un estado en el que es grato a Dios, que mira a esa alma y ve en ella la vida de gracia, que es una participación en su propia vida. Él no puede sino estar contento con esto. Como lo dice el catecismo, "por la gracia santificadora nos convertimos en santos y agradables a Dios".

En el siglo XVI, el Concilio de Trento fue convocado para responder. a las diversas enseñanzas erróneas de Martín Lutero, que había estado atrayendo, a tantas almas, fuera de la Iglesia. La principal de sus nociones heréticas fue la idea de que la justificación se obtiene solo por la fe, sin necesidad de buenas obras. La Iglesia Católica condenó esta enseñanza y explicó que la justificación requiere tanto de la fe como de las buenas obras. Además, es un don gratuito de Dios que no podemos merecer. Es solo por la muerte de Cristo, en la cruz, que podemos obtener este precioso don de la gracia, por lo que siempre debemos con alegría dar: "gracias al Padre, que os capacitó para participar de la herencia de los santos en la luz. Él nos ha arrebatado de la potestad de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, la remisión de los pecados" (Col. 1: 12-14).

Sin este estado de justificación, de gracia santificadora, es imposible alcanzar la salvación. En pocas palabras, en el momento de la muerte, un alma en el estado de gracia santificadora se salva, pero una que muere privada del precioso don de la gracia de Dios se pierde. Por supuesto, es necesario que uno también sea bautizado, pero ¿qué pasa si una persona muere en estado de gracia sin haber recibido este sacramento? La Iglesia enseña que tal persona puede incorporarse a la Iglesia y, por lo tanto, puede salvarse a través del llamado "Bautismo de Deseo". Sin embargo, esta enseñanza de la Iglesia, ha sido amargamente contradicha por el Padre Leonard Feeney y sus seguidores. En este artículo, no tengo la intención de repetir el mismo material que ya ha sido cubierto tantas veces en varios artículos, que citan las enseñanzas de la Iglesia y los teólogos. Mi propósito será presentar las enseñanzas del Padre Feeney y permitir que el lector vea cómo estas contradicen la enseñanza de la Iglesia.

¿Qué enseñó el Padre Feeney?

Con el fin de representar de manera justa y precisa las enseñanzas del padre Leonard Feeney, decidí leer el libro que publicó en 1952 titulado "El Pan de la Vida". En la introducción, dice: "Me han convencido los miembros de mi Orden, Los Esclavos del Inmaculado Corazón de María, de publicar algunas de las charlas que he estado dando los jueves por la noche en el St. Benedict Center en Cambridge, Massachusetts, durante los últimos diez años". Así vemos que este libro es una recopilación de las conferencias que había dado en la década de 1940 y principios de la década de 1950. A lo largo de lo que resta de este artículo, citaré la edición de 1974 de este libro.

En su libro, el padre Feeney explica correctamente qué se entiende por justificación. También hace, correctamente, la distinción entre justificación y salvación: “La justificación es nuestra entrada al estado de gracia santificadora. La salvación es nuestra recompensa por perseverar en la gracia” (pp. 39-40). Por otro lado, afirma que "es la falta de conocimiento de esta, muy importante y básica distinción (entre justificación y salvación)... lo que ha llevado a los teólogos liberales de nuestros días a seguir diciendo que todo lo que debe hacer para ser salvarse es ser justificado, y que usted puede serlo sin las aguas de la Redención..." (págs. 14-15).

Entonces, ¿qué pasa con una persona, como Cornelio, antes de su bautismo, que recibe la gracia de Dios en su alma a través de la fe y la caridad sobrenaturales, pero que muere antes de que pueda ser bautizado? El Padre Feeney enseña que no se puede salvar. En un formato de preguntas y respuestas, declara lo siguiente:

“Pregunta: ¿Puede salvarte el bautismo de deseo?
Respuesta: Nunca.
Pregunta: ¿Podría el Bautismo de deseo salvarte si realmente crees que podría?
Respuesta: No podría.
Pregunta: ¿Podría, posiblemente, ser suficiente para que usted pase a un estado de justificación?
Respuesta: Podría.
Pregunta: Si ingresó al estado de justificación con la ayuda del Bautismo de deseo y luego no recibió el Bautismo de agua, ¿podría ser salvo?
Respuesta: Nunca (pág. 121).

En otro lugar, es aún más enfático: "Los adultos no bautizados que mueren van al infierno" (pág. 128).

Así que ahí lo tienen. Si no hay bautismo con agua, no hay salvación, aunque el difunto se encontrase en el estado de justificación en el momento de su muerte. Eso significaría que hay almas, en el infierno, que están en el estado de gracia santificadora. Esto no solo es erróneo, es blasfemo. Decir que una persona que ama a Dios y está en el estado de gracia santificante, sería condenada al infierno por toda la eternidad sería, en mi opinión, una blasfemia. Porque se uniría a Dios (quien vive en el alma que está en el estado de gracia) con el demonio en el infierno. Eso no puede ser.

Imaginando una conversación con un teólogo que cree en el Bautismo de Deseo, el Padre Feeney instruye a sus partidarios de la siguiente manera: Si el teólogo pregunta: "'Si mueres en el estado de justificación, sin haber sido bautizado, ¿no eres salvo?' Debes responderle: 'No, no lo eres'. ... "Y si persiste en decir: 'Bueno, ¿adónde va uno que muere en el estado de justificación que se ha logrado sin el bautismo?', Insista en que no va al cielo" (p. 135).

En otro lugar repite esta enseñanza, una vez más en un formato de pregunta y respuesta:

“Pregunta: ¿Se salvan las almas de aquellos que mueren en el estado de justificación, si no han recibido el Bautismo de Agua? Respuesta: No. No se salvan” (p. 137).

Como puede ver, esto significaría que no hay esperanza para alguien que no ha sido bautizado. El Padre Feeney incluso dice: "Cuando vayas al cielo, ¡la mayoría de los estadounidenses que conoces tendrán menos de siete años!" (P. 23). ¡Piense en eso por un minuto!

¡Es una lástima!

El Padre Feeney se da cuenta de que su enseñanza es dura, hasta el punto de ser cruel: "Si parezco cruel en este asunto ..." (p. 136). En otro lugar, afirma que "el Espíritu Santo no está interesado en nuestro amor hasta que las aguas de la regeneración fluyan sobre nosotros" (p. 138).

Pero, ¿qué pasa si uno no puede recibir el sacramento del bautismo, sin que sea culpa suya? El Padre Feeney diría que es simplemente una lástima: "Si no recibe el Bautismo de agua, no puede ser salvo, ya sea culpable o no, de no haberlo recibido" (pág. 126). Una vez más, dice: “Y ahora permítaseme volver a lo que se llama necesidad de medios en un requisito sacramental. La necesidad de medios significa que, si no tienes el requisito, es una lástima, tanto si eres culpable como si no lo eres. Si no tienes culpa, es simplemente una lástima” (p. 128).

¡Así que es una lástima! Si no has sido bautizado con agua, estás perdido. ¿Qué dice esto de nuestra comprensión de la misericordia de Dios? De hecho, parece ser más bien similar a las enseñanzas de Juan Calvino, John Knox y Cornelio Jansenio, sobre la predestinación: Dios creó algunas almas para condenarlas, y no hay nada que puedan hacer al respecto. El P. Feeney incluso dice: "Yo mismo diría, mis queridos hijos, que un catecúmeno que muere antes del bautismo, es castigado" (pág. 125). Una vez más, "es una lástima"! ¿Cómo concuerda esto con esa doctrina expuesta en las Escrituras, de que Dios desea la salvación de todos los hombres: “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad" (I Tim., 2: 4)?

Despreciando al Papa

Un punto importante de la doctrina, que el Padre Feeney enseñó, correctamente, es la absoluta necesidad de someterse al sucesor de San Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra. Para citar de nuevo su libro: "Nadie puede ingresar al Reino de los Cielos sin la sumisión personal a nuestro Santo Padre, el Papa" (p. 186). La ironía, sin embargo, es que el propio padre Feeney no se sometió al verdadero Papa. Por un lado, publicó su libro sin imprimátur, en violación de la ley canónica, que fue promulgada por el Papa. Continuó operando aparte, y desafiando al magisterio local, por el cual finalmente fue excomulgado por el Santo Oficio el 13 de febrero de 1953.

También habló de manera despectiva sobre la enseñanza papal. Por ejemplo, se refiere a las enseñanzas del Papa Pío IX de la siguiente manera: "Y este razonamiento falso se basa en una interpretación de un par de oraciones del Papa Pío IX ... dos oraciones redactadas descuidadamente en una encíclica del Papa Pío IX, en la cual Los liberales basan su enseñanza...” (p. 53). En esta declaración se refiere a la alocución Singulari Quadam (12/9/1854; Denzinger 1647) y a la encíclica Quanto Conficiamur Moerore (8/10/1863; Denzinger 1677). No reproduciremos las citas aquí, las que se pueden leer en www.baptismofdesire.com . El punto a destacar es la arrogancia y la condescendencia con que el Padre Feeney se refiere a la enseñanza papal, una actitud que es impactante y escandalosa para cualquier católico serio.

También ignora el hecho de que la Iglesia ha enseñado claramente la doctrina del bautismo de deseo durante muchos siglos. El Concilio de Trento enseñó, al referirse al tránsito del pecador del estado de pecado al estado de gracia: "Este transtito, sin embargo, no puede, desde la promulgación del Evangelio, efectuarse sino a través de la fuente de regeneración o su deseo...” (Sesión VI, Capítulo 4). Esta misma enseñanza siempre ha sido enseñada por la Iglesia y sus teólogos, tanto antes como después del Concilio de Trento.

Sin embargo, el Padre Feeney afirma que la enseñanza del Bautismo de deseo se originó con el Catecismo de Baltimore en el siglo XIX: "El punto crucial, entonces, en el que la herejía entró a la Iglesia Católica en los Estados Unidos y de allí volvió a la Fe agonizante de Europa y del resto del mundo, fue por medio de la enseñanza de la doctrina conocida como "Bautismo de deseo" en el Catecismo de Baltimore ”(p. 118). Como pueden ver, ignora por completo lo que los Papas y teólogos enseñaron mucho antes de que existiera el Catecismo de Baltimore. Por ejemplo, san Alfonso María de Ligorio, que vivió en el siglo XVIII, enseñó lo siguiente:

"El bautismo de deseo es la conversión perfecta a Dios por contrición o amor de Dios por encima de todas las cosas, acompañado por un deseo explícito o implícito de un verdadero bautismo de agua, el lugar que ocupa en cuanto a la remisión de la culpa, pero no en cuanto a la impresión. del carácter o en cuanto a la eliminación de toda deuda de castigo ... Ahora es de fide que los hombres también son salvados por el Bautismo de deseo, en virtud del Canon Apostolicam de presbytero non baptizato y del Concilio de Trento, sesión 6, Capítulo 4, donde se dice que nadie puede ser salvado "sin la fuente de la regeneración o el deseo de obtenerla” (Teología moral, libro 6, sección II, página 310, no. 96).

Este es solo un ejemplo de la enseñanza anterior al siglo XIX, que destruye por completo la afirmación del Padre Feeney, de que la enseñanza del Catecismo de Baltimore se "lavó" a Europa y al resto del mundo. No hubo Catecismo de Baltimore cuando San Alfonso escribió estas palabras.

Hay otras cosas extrañas que se encuentran en "El Pan de la Vida". Por ejemplo, el P. Feeney dice lo siguiente con respecto a los bebés que mueren después del bautismo: “Van a la Visión Beatífica. Ellos son del reino de María; mas no son los hijos de Maria. María es su reina, pero no su madre” (p. 98). De hecho, es una extraña noción de que María no es la Madre de los bebés que mueren en la gracia de Dios. Pero la siguiente noción es aún más extraña: “Si un niño muere después de haber recibido el bautismo, muere como hijo de Dios, pero no como hijo de María. Cuando recupera su cuerpo, en el fin del mundo, tiene que beber el cáliz en el Reino de su Padre para ser incorporado en carne y sangre con Jesús, y así convertirse en el hijo de María. ¡No hay otra manera!” (P. 98). Entonces, ¿significa esto que es posible recibir la Sagrada Eucaristía en el cielo? ¿Qué más podría querer decir con "beber el cáliz"?

Conclusión

En este artículo he citado del propio libro del P. Feeney, para poder explicar su enseñanza con sus propias palabras. Ciertamente no recomiendo a nadie que lea el libro del Padre Feeney, ya que está lleno de errores y ha sido publicado en contra de los requisitos del derecho canónico. Simplemente lo cito para demostrar claramente lo que enseñó: "sacarlo directamente de la boca del caballo", como dice el dicho.

La historia del Padre Leonard Feeney es ciertamente trágica. Nacido en Lynn, Massachusetts en 1897, ingresó en el noviciado de los jesuitas en 1914 y fue ordenado en 1928. Después de ocupar varios cargos docentes diferentes, se convirtió en capellán del St. Benedict Center en Harvard Square en 1945. Debido a las preocupaciones sobre sus enseñanzas, Le fue ordenado, por sus superiores jesuitas, ir al Colegio de la Santa Cruz en Worcester. Al principio cumplió con esta orden y acudió, pero más tarde, bajo la influencia de dos laicos afiliados al St. Benedict Center, regresó allí, desafiando las órdenes de su superior.

Finalmente, fue convocado a Roma, pero se negó a ir. Su negativa lo llevó finalmente a su excomunión por el Santo Oficio en 1953. El P. Feeney se mostró desafiante y afirmó que la excomunión contra él no era válida. Trasladó su St. Benedict Center a Still River, Massachusetts, y operó allí sin someterse a la autoridad legítima del obispo de Worcester. Su grupo compró una gran propiedad y comenzó a vivir una vida separada de otros católicos y de la jerarquía de la Iglesia. Este grupo comenzó a participar en prácticas extrañas, como separar familias (quitarles los niños a sus padres, a quienes no se les permitió ver, excepto en ciertos días de fiesta) y castigos brutales impuestos a los niños por infracciones menores.

P. Feeney finalmente se presentó ante el obispo local en 1972 y buscó que su excomunión fuera levantada. Aunque esto sucedió mucho después del Concilio Vaticano II, y por lo tanto la legitimidad del obispo local es cuestionable, no obstante, podemos esperar que su sumisión fuera sincera. El Padre Feeney murió en 1978, pero, lamentablemente, sus seguidores han seguido difundiendo sus errores a lo largo y ancho. Ya es hora de que se sometan humildemente a las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, el "pilar y el fundamento de la verdad" (1 Tim 3:15), ya que quién rechaza, a la Iglesia que Cristo fundó, al rechazar sus enseñanzas, ciertamente no le será posible salvar su alma.


Fuente: Novus Ordo Watch

Traducción: Cristo Vuelve






Sea todo a la mayor gloria de Dios.


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