martes, 8 de octubre de 2019

Martirologio Romano 8 de octubre


SANTA BRÍGIDA
Viuda

n. 1302 en Skederid (Uppland), Suecia;
† 23 de julio de 1373 en Roma, Italia

Fiel es esta palabra:
Si hemos muerto con Él también con Él viviremos.
(2 Timoteo 2, 11)



  • Santa Brígida, Viuda, cuyo tránsito se conmemora el 24 de Julio, y su Traslación el día de ayer.
  • El mismo día, la dichosa muerte del santo viejo Simeón, de quien se lee en el Evangelio que recibió en sus brazos a nuestro Señor Jesús, al ser presentado en el templo, y profetizó acerca de él.
  • En Laodicea de Frigia, san Artemón, Presbítero, que por el fuego recibió en tiempo de Diocleciano la corona del martirio.
  • En Salónica, san Demetrio, Procónsul, que, por haber convertido muchísimos a la fe de Cristo, por orden del Emperador Maximiano cosido a lanzadas, consumó el martirio.
  • En el mismo lugar, san Néstor, Mártir.
  • En Sevilla de España, san Pedro, Mártir.
  • En Cesarea de Palestina, el suplicio de santa Reparata, Virgen y Mártir, que en el imperio de Decio, porque no quiso ofrecer sacrificio a los ídolos, fue con varios géneros de suplicios atormentada, y por último degollada. Su alma en figura de paloma fue vista salir del cuerpo y subir al cielo.
  • En territorio de Laón, santa Benedicta, Virgen y Mártir.
  • En Ancona, las santas Palaciata y Lorenza, las cuales, en la persecución de Diocleciano y presidiendo Dión, deportadas al destierro, se consumieron de trabajos y fatigas.
  • En Rúan, san Evodio, Obispo y Confesor.
  • En Jerusalén, santa Pelagia, apellidada la Penitente.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.


SANTA BRÍGIDA
Viuda

Santa Brígida, noble dama sueca, nacida en 1302, pronto dio muestras de una gran devoción a la Pasión de Jesucristo. Después de un sermón relativo a sus padecimientos, se le apareció el Salvador ensangrentado. De tal modo la conmovió este espectáculo, que desde entonces no podía oír hablar de la Pasión sin verter abundantes lágrimas. Todas las noches se levantaba para orar a Dios ante su crucifijo. Dejó a la posteridad sus maravillosas Revelaciones. Contrajo matrimonio con Ulf, del que tuvo ocho hijos. Fundó después una Orden que lleva su nombre; entró de religiosa en ella y su marido en la Orden del Cister. Visitó Jerusalén y murió en Roma el 23 de julio de 1373.


MEDITACIÓN
SOBRE LA MORTIFICACIÓN

I. Debes alejar de ti, mediante la mortificación, todo lo que pueda llevarte al pecado mortal; no es éste un consejo, es un verdadero precepto. Si te expones a las ocasiones de ofender a Dios, en ellas perecerás. El Evangelio te manda arrancarte el ojo y la mano que te escandalicen, es decir, dejar aquello que más quieras, cuando sea para ti ocasión de ofender a Dios. ¿Lo haces?

II. En la medida en que puedas, abstente de los placeres permitidos. Cuanto más te despegues de las consolaciones de la tierra, tanto más gustarás los gozos del cielo. Esta mortificación te impedirá caer en pecado. Un momento de sufrimiento en esta vida me librará de largos días de dolor en el purgatorio: ¿por qué, pues, he de amar mis comodidades al punto de no querer sufrir nada? Sed al mismo tiempo sacerdotes y víctimas, perseguidores y mártires (San Eusebio).

III. Aun cuando la mortificación no me ofreciese más ventaja que la de hacerme semejante a mi Salvador crucificado, ¿no sería suficiente para hacérmela amable? Ella me hace recordar lo que Él ha sufrido por mí. ¡Oh alma mía! ¿dónde está el amor que tienes por Jesús? Si lo amas, debes asemejarte a Él; si rehusas participar de sus padecimientos, no esperes participar de su gloria. ¿Tan poco amor tengo por ti, oh Dios que tanto me amasteis, que puedo vivir sin dolor viéndote en la cruz? No puedo estar sin heridas cuando te veo cubierto de llagas (San Buenaventura).

La mortificación
Orad por la conversión de los cismáticos


ORACIÓN
Señor Dios nuestro, que, por vuestro Unigénito Hijo, habéis revelado a Santa Brígida los secretos del cielo, haced, por su piadosa intercesión, que vuestros servidores un día se regocijen eternamente en la posesión de vuestra gloria. Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo IV; Patron Saints Index.









Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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