miércoles, 15 de enero de 2020

Martirologio Romano 15 de enero


SAN PABLO,
Primer Ermitaño

n. hacia el año 230 en Tebas, Egipto;
† hacia el año 342

Patrono de tejedores; industria de la confección.

SAN PABLO, Primer Ermitaño

Cualquiera de vosotros que no renuncia
a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo.
(Lucas 14, 33)


  • San Pablo, primer Ermitaño, Confesor, que el día 10 de este mes, entre coros de Angeles, fue trasladado al cielo.
  • En territorio de Anjou, san Mauro, Abad, discípulo de san Benito, en cuya escuela adoctrinado desde la niñez, aprovechó tanto, que, entre otras maravillas obradas estando con él, anduvo a pie sobre las aguas, cosa nueva y casi inusitada después de San Pedro. Enviado por el mismo san Benito a las Galias, allí, después de fundar un célebre monasterio, que gobernó cuarenta años, esclarecido por la gloria de los milagros, descansó en paz.
  • En Judea, los santos Habacuc y Miqueas, Profetas, cuyos cuerpos, en tiempo de Teodosio el Mayor, fueron hallados por revelación divina.
  • En Cáller de Cerdeña, san Efisio, Mártir, que en la persecución de Diocleciano, siendo Juez Flaviano, superados con la virtud divina muchísimos tormentos, por último, decapitado, subió vencedor al cielo.
  • En Anagni, santa Secundina, Virgen y Mártir, que padeció en el imperio de Decio.
  • En Nola de Campania, san Máximo, Obispo.
  • En Auvernia de Francia, san Bonito, Obispo y Confesor.
  • En Egipto, san Macario, Abad, que fue discípulo de san Antonio, y en vida y milagros celebérrimo.
  • En Alejandría, san Isidoro, esclarecido por la santidad de su vida, fe y milagros.
  • En Constantinopla san Juan el de la Choza, el cual vivió algún tiempo en un rincón de la casa paterna, y luego en una choza, sin ser conocido de sus padres; reconocido de ellos al morir, resplandeció en milagros. Su cuerpo fue después trasladado a Roma y colocado en una iglesia erigida en su honor en la isla del Tíber.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.




SAN PABLO,
Primer Ermitaño

Ilustre fundador de los eremitas, ¡cuán hermoso resultaba veros en vuestra gruta, vestido con un manto de hojas de palma, alimentado con un medio pan que un cuervo os traía cada día! Una fuente os daba de beber, la roca os servía de lecho, y estabais más contento en esa gruta que los reyes en sus palacios. ¡Gran Santo, haced que meditando vuestra vida aprendamos a despreciar el mundo y sus falsas máximas!.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN PABLO

I. San Pablo, al ver a los perseguidores atacar la fe y la virtud de los cristianos mediante el cebo de los placeres, buscó en la soledad un abrigo contra la tentación. ¿Amas la pureza? ¿Quieres, a imitación de San Pablo, conservar esta bella virtud? Huye de las ocasiones. En esta clase de combates la huida asegura la victoria.

II. Aunque no fuese designio de Pablo el permanecer en la soledad, fue el de Dios el mantenerlo en ella. Tantas dulzuras hízole gustar en ese desierto, que desde entonces despreció el mundo y sus placeres. Alma tímida, ¿qué temes tú? Dios te llama, quiere desasirte del mundo; prueba, ensaya cuán suave es pertenecerle totalmente. Las dificultades se desvanecerán desde que pongas manos a la obra. No perderás tus placeres, sino que los trocarás en una alegría más sólida y más santa.

III. San Pablo permaneció en esta terrible soledad durante ochenta años, sin ver a nadie, excepto a San Antonio, que, inspirado de lo alto, lo fue a visitar. Tú comienzas con fervor, pero este fervor es solamente fuego de paja que se extingue en un instante. Ánimo, continúa; la eternidad bienaventurada que esperas, el Dios a quien sirves, valen la pena de que perseveres en la virtud durante los pocos años que te quedan de vida.

El desprecio del mundo.
Orad por los religiosos.


ORACIÓN
Oh Dios, que cada año nos proporcionáis un nuevo motivo de alegría con la solemnidad del bien aventurado Pablo, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que recibió en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I; Patron Saints Index.








Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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