jueves, 9 de enero de 2020

Martirologio Romano 9 de enero


SAN ADRIANO,
Abad

n. hacia el año 635 en África; † 710 en Canterbury, Inglaterra

SAN ADRIANO, Abad

Gozaos por cuanto vuestros nombres
están escritos en el cielo.
(Lucas 10, 20)


  • En Antioquía, en el imperio de Diocleciano y Maximiano, el triunfo de los santos Julián, Mártir, y Basilisa, Virgen, esposa del mismo Julián. Ésta, habiendo guardado virginidad con su marido, acabó en paz sus días; Julián (después de abrasados en la hoguera gran multitud de Sacerdotes y Ministros de la Iglesia de Cristo, que, por lo atroz de la persecución, se habían allí refugiado), por sentencia del Presidente Marciano, fue atormentado con muchísimos suplicios y sentenciado a muerte. Padecieron también con él Antonio Presbítero, y Anastasio, a quien el mismo Julián había resucitado y hecho participante de la gracia de Cristo; el niño Celso, juntamente con su madre Marcionila, y siete hermanos, y otros muchísimos.
  • En Esmirna, los santos Mártires Vidal, Revocato y Fortunato.
  • En África, los santos Mártires Epicteto, Jocundo, Segundo, Vidal, Félix y otros siete.
  • En la Mauritania Cesariense, santa Marciana, Virgen; la cual, echada a las fieras, consumó el martirio.
  • En Sebaste de Armenia, san Pedro, Obispo, hijo de los santos Basilio y Enmelia, y hermano también de los santos Obispos Basilio Magno y Gregorio Niceno, y de santa Macrina, Virgen.
  • En Ancona, san Marcelino, Obispo, que, según escribe san Gregorio Papa, por divina virtud libró de un incendio aquella ciudad.
  • En la ciudad de Canterbury, en Inglaterra, san Adriano, abad, el cual, nacido en África, llegó a Inglaterra desde la ciudad de Nápoles, de la Campania, y muy preparado en ciencias eclesiásticas y civiles, educó egregiamente a gran número de discípulos (710).

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.




SAN ADRIANO
Abad

San Adriano, nacido en África, era abad de Niridano, cerca de Nápoles, cuando el Papa Vitaliano lo señaló como candidato a arzobispo de Cantórbery. El humilde siervo de Dios declinó esta dignidad recomendando en su lugar a San Teodoro, pero aceptó partir con él para la lejana Inglaterra. Constituyolo el Papa asistente y consejero del arzobispo. Éste le confió el gobierno del monasterio de los Santos Pedro y Pablo de Cantórbery, llamado más tarde de San Agustín. San Adriano enseñó en él las letras divinas y humanas y, sobre todo, dio allí ejemplo vivo de virtudes. Murió en el año 710.

MEDITACIÓN
SOBRE LA NECESIDAD DE TRABAJAR PARA SALVARSE

I. Dios quiere que seas un predestinado. Es tan grande su amor por los hombres, que quiere salvar a todos. Para esto les ha dado a su Hijo, para enseñarles el camino del cielo; para esto les ha dado sus mandamientos, ha establecido los sacramentos y les acuerda tantas gracias. ¡Cuán obligados estamos para con Vos, oh Bondad infinita, por tantos medios de salvación como habéis puesto a nuestro alcance! ¿Has agradecido a Dios estos favores, los has aprovechado? ¿Cómo has trabajado hasta el presente en el negocio de tu salvación?

II. Te puedes salvar, tienes entre manos la vida y la muerte, el paraíso y el infierno; tienes libertad; la gracia nunca te falta. ¡No depende sino de mí el ser eternamente feliz; mi salvación depende de mis esfuerzos durante esta vida, y dejo yo correr inútilmente el tiempo que Dios me ha dado para que trabaje por ella! Puesto que mi salvación está en mi poder, y puesto que puedo, si quiero, ser amigo de Dios, ¿por qué no lo seré desde ahora?

III. No quieres conseguir tu salvación, ahora que lo puedes; tal vez llegue el día en que querrás hacerlo, pero, ¡ay!, ya no será tiempo. No, no quieres salvarte, pues desprecias los medios que se te dan para salvarte, y rehusas renunciar a tus placeres. Servir al mismo tiempo a Dios y al mundo es algo imposible. Trabaja pues en tu salvación, mientras tienes tiempo todavía; camina mientras tienes luz, no sea que te sorprendan las tinieblas (Jesucristo).

El cuidado de la salvación.
Orad por los enfermos.



ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Señor, que la intercesión de San Adriano, abad, nos haga agradables ante vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su asistencia lo que no podemos esperar de nuestros méritos. 
Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.









Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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