martes, 24 de marzo de 2020

Martirologio Romano 24 de marzo


SAN PIGMENO,
Mártir

† martirizado hacia el año 300


Caminad, pues, mientras tenéis luz,
para que las tinieblas no os sorprendan,
que quien anda en tinieblas, no sabe adonde va.
(Juan 12, 35)

  • La fiesta de san Gabriel Arcángel, que fue enviado por Dios para anunciar el misterio de la Encarnación del Verbo divino.
  • En Roma, san Epigmenio, Presbítero, el cual, en la persecución de Diocleciano, degollado por sentencia del Juez Turpio, consumó el martirio.
  • Allí mismo, el suplicio de san Pigmenio, Presbítero, que en tiempo de Juliano Apóstata, precipitado en el Tíber, fue muerto por la fe de Cristo.
  • También en Roma, los santos Mártires Marcos y Timoteo, coronados del martirio en tiempo del Emperador Antonino.
  • En Cesarea de Palestina, el triunfo de los santos Mártires Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro, otro Alejandro, Agapio y otro Dionisio; los cuales, en la persecución de Diocleciano, por sentencia del Presidente Urbano, al golpe del hacha merecieron las coronas de la vida.
  • En la Mauritania, el suplicio de los santos hermanos Rómulo y Segundo, que murieron por la fe de Cristo.
  • En Trento, el martirio del niño san Simeón, atrozmente muerto por los Judíos, el cual resplandeció después en muchos milagros.
  • En Sínada de Frigia, san Agapito, Obispo.
  • En Brescia, san Latino, Obispo.
  • En Siria, san Seleucio, Confesor.
  • En Suecia, santa Catalina, Virgen, que fue hija de santa Brígida.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.


SAN PIGMENO,
Mártir

Este santo, que había enseñado la Religión verdadera a Juliano el Apóstata, fue desterrado por este emperador por dar sepultura a los mártires. Durante su estada en Persia, quedó ciego y, por orden del cielo, volvió a Roma. Habiéndolo encontrado Juliano le dijo: “Agradezco a los dioses por la felicidad que me conceden de ver a Pigmeno”. “Y yo –replicole el Santo– doy gracias al Dios del cielo por ahorrarme la vista de un emperador idólatra”. Irritado el apóstata con esta respuesta, lo hizo arrojar al Tíber.


MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES CLASES DE CEGUERA

I. Es preciso ser ciego en este mundo sometiendo la razón a la fe, creyendo lo que no se ve y lo que no se puede comprender. De este modo debes creer en los misterios de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía y tantos otros que nos propone Dios por medio de su Iglesia. ¿Puedo acaso sorprenderme si no comprendo misterios tan elevados, si ni siquiera comprendo lo que soy, lo que tengo ante mis ojos, lo que pasa en mi interior? Dios no sería Dios si pudiésemos comprenderlo. Yo creo porque Dios lo ha dicho. La palabra divina es, para mí, prueba suficiente (Salviano).

II. Debes ser ciego para no ver lo que sea capaz de conducirte al mal. Vigila tus ojos: ellos son los que introducen en tu alma la turbación, el fuego y el desorden. Jamás mires lo que no puedes desear ni poseer sin pecado. Los ojos son las puertas del corazón; por ellas penetran en él la mayoría de los vicios; y por ellas salen la devoción, la humildad y la pureza. Aparta mis ojos, Señor, a fin de que no vean la vanidad (Salmo).

III. No mires las faltas ajenas, si a ello no te obligan los deberes de tu estado; no tengas ojos sino para sus buenas cualidades y para las gracias que Dios les hizo. Si sigues este consejo no te tentará el orgullo comparándote con los demás, y no los menospreciarás viendo sus defectos. Piensa en ti, examínate a ti mismo: no se te pedirá cuenta de la vida de los demás, sino de la tuya.

La fe.
Orad por los ciegos.


ORACIÓN
Dios omnipotente, haced, os lo suplicamos, que la intercesión del bienaventurado Pigmeno, vuestro mártir, cuyo feliz nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. 
Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.








Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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