SAN DESIDERIO DE VIENNE
Obispo y Mártir
n. Autun, Francia; † 608 en Lyon, Francia
Si es para esta vida solamente que esperamos en Cristo,
somos los más desdichados de todos los hombres.
(1 Corintios 15, 19)
- En Langres de Francia, el martirio de san Desiderio, Obispo, quien, viendo a su pueblo oprimido por el ejército de los Vándalos, se presentó al Rey de éstos pidiendo gracia para su rebaño; pero, mandando el tirano que al punto le degollasen, extendió gustoso su cuello por las ovejas a él encomendadas, y degollado pasó al Señor. Padecieron tambien con él otros muchos del número de su grey, que están sepultados en la misma ciudad.
- En España, los santos Mártires Epitacio, Obispo, y Basileo.
- En territorio de Lyon, san Desiderio, Obispo de Viena, que apedreado por orden del Rey Teodorico, fue coronado del martirio.
- En África, los santos Mártires Quinciano, Lucio y Julián; los cuales, padeciendo en la persecución Vandálica, merecieron las coronas eternas.
- En Capadocia, la conmemoración de los santos Mártires, a quienes en la persecución de Maximiano Galerio dieron muerte, quebrándoles las piernas. Asimismo de otros, que por el mismo tiempo en Mesopotamia, colgados de los pies cabeza abajo, sofocados por el humo y consumidos a fuego lento, consumaron el martirio.
- En Sínada de Frigia, san Miguel, Obispo.
- El mismo día, san Mercurial, Obispo.
- En Nápoles de Campania, san Eufebio, Obispo.
- En Roma, san Juan Bautista de Rossi, Presbítero y Confesor, insigne por su paciencia y caridad en evangelizar a los pobres.
- En Norcia, los santos Eutiquio y Florencio, Monjes, de quienes hace mención san Gregorio Papa.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN DESIDERIO
DE VIENNE
San Desiderio, obispo de Vienne, se atrajo la enemistad de los poderosos por su celo en reformar los abusos y fue desterrado. Llamado después de cuatro años, se atrevió a reprochar su inmoralidad al rey Teodorico. Fue asesinado cuando volvía de la Corte a su ciudad episcopal, el año 608.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES PRUEBAS DE LA INMORTALIDAD DE NUESTRA ALMA
I. Existe Dios, y este Dios es infinitamente justo; es menester, pues, que recompense la virtud y que castigue el crimen; ahora bien, sucede a menudo en este mundo que la impiedad es dichosa y la virtud perseguida: es menester pues que el alma sea inmortal y que Dios recompense y castigue en la otra vida. Que me maltraten los impíos, que me enlode la calumnia, poco importa: Dios sabrá hacerme justicia. Suframos, alma mía, suframos sin pena, y no envidiemos la prosperidad de los malvados: la eternidad es lo bastante larga como para cargarlos de oprobios y para colmarnos de gloria.
II. Todos los bienes de aquí abajo no son capaces de colmar los deseos del corazón humano. Cuanto más posee, más desea: es preciso, pues, que no haya sido creado para estos bienes, puesto que no podrían hacerlo feliz. Además, nuestro espíritu nunca está satisfecho de sus conocimientos: cuanto más aprendemos, más deseamos aprender; cuanto más conocemos a Dios, más lo amamos, más deseamos conocerlo y amarlo. Nos habéis hecho para Vos, oh Dios mío, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Vos (San Agustín).
III. Por más dichosos que seamos, suspiramos siempre tras los bienes por venir. ¿Cuál es el hombre que con verdad puede decir: Una vez en mi vida he estado plenamente satisfecho, y mi corazón no ha deseado nada más? Alma mía, esta inquietud y este impulso hacia lo por venir, ¿no te dicen que debes despreciar todo lo que posees y lo que ves para elevarte hacia ese bien que los bienaventurados ven y desean ver siempre, que poseen sin inquietud y del cual se sacian sin hastío? (San Agustín).
La paz del alma.
Orad por la paz entre las naciones cristianas.
ORACIÓN
Omnipotente Dios, mirad nuestra flaqueza, ved cómo nos agobia el peso de nuestros pecados, y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Desiderio, vuestro pontífice mártir. Por J. C. N. S.
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