viernes, 5 de junio de 2020

Martirologio Romano 5 de junio


SAN BONIFACIO
(o Winfrido),
Obispo y Mártir

n. alrededor de los años 673-680 en Devonshire, Inglaterra;
† 5 de junio de 754 en Dokkum (Frisia), Holanda


Quien ama al padre o la madre más que a mí, no es digno de mí;
quien ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
(Mateo 10, 37)



  • En Frisia, san Bonifacio, Obispo de Maguncia y Mártir, el cual caminó de Inglaterra a Roma, y fue enviado por el Papa san Gregorio II a Alemania para predicar la fe de Cristo a aquellas gentes; y por haber traído a la religión cristiana grandísimo número, especialmente de Frisones, mereció ser llamado Apóstol de los Alemanes; últimamente, degollado en Frisia por los Gentiles enfurecidos contra él, consumó el martirio con Eóbano su Coepíscopo y otros varios siervos del Señor.
  • En Tiro de Fenicia, san Doroteo, Presbítero, el cual padeció mucho en tiempo de Diocleciano; y sobreviviendo hasta el de Juliano, y siendo a la sazón de ciento siete años, honró tan venerable ancianidad con el martirio.
  • En Egipto, el triunfo de los santos Mártires Marciano, Nicanor, Apolonio y otros; los cuales, en la persecución de Galerio Maximiano, consumaron su ilustre martirio.
  • En Perusa, los santos Mártires Florencio, Julián, Ciriaco, Marcelino y Faustino, que en la persecución del Emperador Decio fueron decapitados.
  • En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Sancho, mártir, el cual, oriundo de Albi, en la Galia, aún adolescente fue hecho cautivo, siendo educado en el palacio real, pero en la persecución suscitada por los musulmanes, no dudó en sufrir por Cristo..
  • En Cesarea de Palestina, el suplicio de las santas Zenaida, Ciria, Valeria, y Marcia; las cuales, por muchos tormentos, llegaron gozosas al martirio.



Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.



SAN BONIFACIO
(o Winfrido),
Obispo y Mártir

El padre de San Bonifacio, habiéndose opuesto a dejar entrar a su hijo en religión, cayó enfermo y no se sanó hasta que le hubo permitido seguir su vocación. Partió el santo de Inglaterra y fue a predicar el Evangelio a Alemania, cuyo apóstol ha sido. Recorrió Frisia, Baviera, Turingia, Hese y Sajonia; por todas partes convirtió a gran número de paganos y edificó iglesias sobre las ruinas de los templos de los ídolos. Gregorio III lo hizo arzobispo y primado de toda Alemania. Cultivó esta naciente Iglesia y la regó con sus sudores durante más de treinta años; después de lo cual, habiendo elegido a su sucesor con permiso del Sumo Pontífice, fue a recibir en Frisia la corona del martirio, el 5 de junio del año 754.



MEDITACIÓN
ACERCA DEL AMOR DE DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS


I. Hay que amar a Dios; es una verdad que la razón nos enseña, es un precepto que Dios nos impone. Él nos ha amado desde toda la eternidad, no cesa de colmarnos de beneficios; ¿cómo respondemos nosotros a su amor? ¿Por qué, Señor, ordenarme que os ame? ¿No era ya bastante permitírmelo? Sin embargo, lo hacéis objeto de un mandamiento expreso. Vos me atraéis con la promesa de recompensas eternas, me hacéis fuerza mediante la amenaza del infierno, y yo, ¡yo no os amo todavía!

II. Si, por lo menos, amases tú a Jesucristo como amas a tus padres, a tus amigos, a tus riquezas y placeres, no darías tanto motivo de queja contra ti. Pero es que todo haces tratándose de tus padres y tus amigos; tienes iniciativas, sufres todo para conservar tus riquezas, ¡y nada haces por Jesús! Reflexiona en esta verdad, y te avergonzarás por tu poca fe y del poco amor que tienes para Dios y para Jesucristo. Prestos estamos a sufrir por los hombres lo que no queremos sufrir por Dios (Tertuliano).

III. No basta amar a Dios, no basta amarlo tanto como a los amigos y a los bienes, es preciso amarlo sobre todas las cosas; estar prontos a sacrificar las más dulces inclinaciones para agradarle, y antes que desobedecerle. Es menester, además, no amar nada sino por amor a Él; no deben amarse las riquezas, la salud, sino porque podemos servirnos de ellas para la gloria de Dios. ¿Tenemos estas disposiciones? Si no las tenemos, en vano será que pretendamos amar a Dios; nuestros actos desmienten a nuestras palabras. Muy poco os ama, oh Dios mío, quien con Vos ama algo que no ama por Vos (San Agustín).


El amor de Dios.
Orad por vuestros padres.


ORACIÓN
Omnipotente Dios, mirad nuestra flaqueza, ved cómo el peso de nuestras obras nos abruma, y fortificadnos por la gloriosa intercesión del bienaventurado Bonifacio, vuestro pontífice mártir. Por J. C. N. S.






Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.










Sea todo a la mayor gloria de Dios.


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