martes, 8 de septiembre de 2020

Magisterio Pontificio: Sobre el Ministerio Episcopal







CARTA ENCÍCLICA

UBI PRIMUM

DE NUESTRO SANTÍSIMO PADRE EL PAPA

LEON XII


Sobre el Ministerio Episcopal


TODOS LOS PATRIARCAS, PRIMADOS,
ARZOBISPOS OBISPOS.

A nuestros venerables hermanos los patriarcas, primados, arzobispos, obispos, Leon XII, papa.


Venerables hermanos, salud y bendición apostólica.


Desde que nos vimos elevados al honor de la suprema dignidad pontificia, comenzamos desde luego a clamar con S. León el grande: Oí tu voz, señor, y temí, consideré tus obras y me estremecí, ¡Que cosa hay pues más extraordinaria, más temible que el trabajo para el débil, la elevación para el abatido la dignidad para quien no la merece! No desesperamos, sin embargo, ni nos desanimamos pues no hemos contado sobre nosotros, mismos, sino en aquel que en nosotros obra."(1) Asi hablaba por humildad aquel pontífice, nunca bastante alabado; nosotros si que podemos con verdad, aplicarnos tales palabras y hacer esta confesión.

2. Deseábamos por cierto ardientemente, venerables hermanos, dirigiros la palabra, tan pronto como hubiera sido posible, abriros los sentimientos de nuestro corazón, vosotros, que sois nuestra corona nuestra alegría, que según creemos halláis también vuestra alegría vuestra corona en los rebaños que se os han confiado. Mas por una parte las importantes tareas de nuestro apostólico ministerio sobre todo los dolores de una larga enfermedad nos
han impedido, con cuanto pesar nuestro!! cumplir hasta ahora nuestros deseos. Pero aquel Dios rico en misericordias, que concede con largueza sus dones a aquellos que con confianza los imploran, aquel Dios que nos dio tales deseos, nos da ahora el poder de realizarlos. Ni fue, tampoco ajeno de algún consuelo el silencio que hemos tenido que guardar hasta aquí; pues el que consuela a los humildes nos ha consolado con el afecto que nos profesáis el celo que en nuestro favor habéis manifestado sentimientos en que reconocemos muy bien las ventajas de la caridad cristiana; en tal manera que nuestra alegría ha crecido sin cesar hemos ofrecido al Señor acciones de gracias. Os dirigimos por lo tanto esta carta en muestra de nuestro afecto, a fin de excitaros más y más a recorrer los caminos de los divinos mandatos y a combatir con mayor denuedo por la gloria del Señor. De aquí resultará que en los progresos de la grey brillará la solicitud del pastor.

3. No ignoráis VV. HH., que el apóstol S. Pedro (2) instruyó a los obispos con estas palabras: "Apacentad el rebaño del Señor de que estáis encargados, velando por su conducta no por necesidad sino espontáneamente como nuestro maestro; no por un vergonzoso deseo de granjería, sino por una caridad desinteresada; no como dominando sobre los ministros del Señor, sino haciéndoos por vuestras virtudes el modelo de vuestras ovejas." Podéis de esto colegir naturalmente cual es el género de conducta que se os propone, cuales las virtudes de que debéis enriquecer más y más vuestra alma, cual la ciencia que debe adornar vuestro espíritu y cuales los frutos de piedad y de amor que debéis, no solamente producir, sino aun comunicar vuestras ovejas. De este modo alcanzareis el fin de vuestra misión haciéndoos sus espejos dando las unas leche y a las otras más sólidos manjares, no solo los nutriréis en la buena doctrina sino que por vuestras obras y vuestros ejemplos haréis que gocen en la tierra una tranquila vida en Nuestro Señor Jesucristo y adquieran con vosotros la bienaventuranza eterna; según expresa el mismo Príncipe de los Apóstoles "cuando aparecerá el príncipe de los pastores alcanzareis la corona inmarcesible de la gloria."

4. Muchas otras cosas desearíamos acordaros: os apuntaremos solamente algunas para extendernos después más largamente sobre objetos de mayor importancia, según lo exige la necesidad de las deplorables circunstancias en que nos hallamos.

5. Cuando el Apóstol escribió a Timoteo (3): "no te precipites en imponer las manos en persona alguna", nos enseñó la cautela y el maduro examen con que debemos promover a las órdenes menores, sobre todo las sagradas. Por lo que toca la elección de los pastores que deben establecerse en vuestras diócesis para el cuidado de las almas y a los seminarios en que debe instruirse la juventud destinada al estado eclesiástico, el concilio de Trento (4) dio reglas que fueron en seguida ilustradas por nuestros predecesores; pero os son ya tan familiares estos preceptos que no debemos detenernos más sobre el particular.

6. Sabéis tambien, VV. HH., cuan importante debido sea que residáis exacta personalmente en vuestra diócesis, obligación que habéis contraído en virtud de vuestro ministerio según lo previenen principalmente repetidos decretos de los concilios varias constituciones apostólicas, y lo confirmó el sacrosanto celebrado en Trento (5) en estos términos: "Hallándose por divina ordenación prevenido todos los encargados de la salud de las almas, que conozcan sus ovejas, que ofrezcan por ellas el santo sacrificio, que las alimenten con la predicación de la palabra divina, con la administración de los sacramentos con el ejemplo de todas las buenas obras, que ejerzan una tutela paternal sobre pobres y desvalidos y que cumplan con todos los demás deberes de un pastor, todo lo que de ningún modo pueden cumplir los que no velan por. sus rebaños, ni les asisten, sino que los abandonan como mercenarios; el santo concilio les advierte y amonesta a que recuerden los preceptos divinos y sean los modelos de sus rebaños apacentando y guiando sus ovejas por las sendas de la justicia la verdad." Persuadidos también nosotros de las obligaciones de tan grave encargo llenos de un celo ardiente por la gloria de Dios alabamos con toda la efusión de nuestra alma los que cumplen exactamente este precepto; aquellos, si los hubiere, que desobedecen estas leyes eclesiásticas (pues sino es extraño este descuido en un número tan considerable de pastores, no por esto es menos deplorable) les advertimos, exhortamos y suplicamos por las entrañas de la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo. que mediten seriamente la cuenta que el supremo juez les pedirá de la sangre de sus ovejas y del juicio que tendrán que sufrir tanto más severo cuanto más elevado es su carácter.


7. Esta sentencia formidable, como ya sabéis está fulminada no solamente contra los que descuidan la residencia personal o que procuran excusarse de ella bajo frívolos pretextos, sino también sobre aquellos que rehúsan sin motivo encargarse de la visita pastoral hacerla según las reglas canónicas, pues jamás cumplirán con lo prescrito por el concilio de Trento, sino visitan de cerca y personalmente sus ovejas, si como buenos pastores, no cuidan a los fieles, no buscan a los descarriados, y no los restituyen finalmente al redil por medio de exhortaciones de una conducta, dulces y firmes a su tiempo.

8. Aquellos obispos empero, que con la debida solicitud no se esmeran en obedecer los preceptos de la residencia de la visita no se librarán del juicio tremendo del pastor supremo, so pretexto de haber cumplido con estos deberes por medio de ministros idóneos.

9. A ellos efectivamente y no a sus ministros se confió la guardia de sus rebaños; a ellos se prometió la gracia particular del espíritu santo, y los dones de la caridad. Síguese de ahí que las ovejas escuchan más gustosas la voz de su propio pastor que la de su vicario: piden con más confianza, reciben con mas alegría los alimentos saludables de la mano del primero, como si les viniesen de las del Señor, cuya persona veneran en sus obispos; verdades que a más de nuestras palabras, la experiencia confirma completamente.

10. Suficiente seria para vosotros lo que hemos manifestado hasta aquí VV. HH.,para vosotros que no conocéis, ni la ingratitud de ocultar los dones que habéis recibido, ni el orgullo de presumir de vuestros méritos (6). Tales deben ser a la verdad los que desean caminar y progresar de virtud en virtud, y que imitando los ejemplos de los santos obispos antiguos y modernos, se glorían en el Señor de haber destrozado los enemigos de la Iglesia, y de haber purificado las corrompidas costumbres. Pero nunca borréis de vuestro espíritu esta excelente máxima de S. León el grande (7): "En esta lucha jamas se consigue una victoria tan completa, si después de los triunfos no se nos renuevan los combates."

11. En efecto cuantos cuan terribles combates han nacido en nuestros tiempos y nacen aun cada día contra la Iglesia Católica! Quien al recorrerlos meditarlos podrá contener las lágrimas?

12. Redoblad aquí vuestra atención, VV. HH.; "no es la débil chispa" de que habla S. Jerónimo (8); no es repito una débil chispa que puede apenas percibir quien la contempla: no es una módica porción de levadura que parece de ninguna consecuencia; sino una llama que amenaza devorar todo el universo, consumir los muros, las ciudades, las más dilatadas selvas y todas las regiones; es una levadura que mezclada con la harina quisiera corromper toda la masa. En medio de tanta zozobra no bastarían los trabajos de nuestro apostolado, sino velase incesantemente el que guarda a Israel que dijo a sus apóstoles: "Quedad persuadidos de que todos los días estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos y si no se hubiese dignado ser no solo el guardián de sus ovejas, sino el pastor de sus pastores."(9)

Y qué queremos con esto significar Existe una secta que ciertamente no os es desconocida la cual mal disfrazada bajo el título de filosofía ha resucitado de sus cenizas las dispersas falanges de casi todos los errores. Esta secta adornada en su exterior con las engañosas apariencias de piedad liberalidad hace profesión del tolerantismo que así lo llaman sea el indiferentismo extendiendo este sistema no solo los negocios civiles que no son de nuestro intento sino aun los de la religión enseñan que Dios ha concedido todo hombre una entera libertad de modo que puede cada uno sin perjuicio de su salvación abrazar la secta dictamen que mas alaga sus privadas opiniones. Contra la impiedad de estos ilusos he aquí como nos amonesta el apóstol S. Pablo Pero os encargo, hermanos míos que no perdáis de vista evitéis con cuidado los que excitan divisiones escándalos contra la doctrina que habéis aprendido: pues es ta especie de hombres no sirven a J. C. sino que son esclavos de sus apetitos, seducen las almas sencillas con blandas alagüeñas palabras.

No es nuevo por cierto semejante error; pero nuevamente se ha desencadenado con más audacia que nunca contra la estabilidad pureza de la fé católica. Ya nos indica Eusebio con referencia Rhodon, que esta loca idea se había propagado en su tiempo por un cierto Apeles hereje del segundo siglo quien sostenía no ser preciso profundizar enteramente la fe sino que cada uno debía mantenerse firme en las opiniones que una vez hubiese adoptado.

Afirmaba igualmente que se salvarian los qué hubiesen puesto su confianza en J. C. siempre que la muerte les sorprendiese en el egercicio de las buenas obras. Tambien Retorio, segun S. Agustin, pretendía inconsideradamente que todos los hereges caminaban por buena senda, defendian verdades: Asercion tan absurda añade el Santo Padre, que me parece increible este sistema de indiferentismo ha tomado tanto cuerpo se ha difundido en tal manera, que ya sostiene impudentemente que o solo caminan por la recta senda todas las sectas separadas de. la iglesia que únicamente de boca por base fundamento admiten la revelacion sino aun todas las sociedades que desechando la revelacion divina profesan el puro deismo cuando no el puro naturalismo. No hay cosa mas absurda en verdad con razon juzgó S. Agustin que el sistema de Retorio era el del indiferentismo. Aquel heresiarca se con tenia sin embargo dentro de ciertos límites. Mas una tolerancia que se estiende basta el deismo el naturalismo que hasta por hereges antiguos fué desechada; podria jamas ser admitida por un hombre razonable Con todo tiempos falaz filosofía nuestros pretendidos filósofos la aprueban la defienden la vociferan.

No faltaron ciertamente muchos escritores distinguidos que penetrados de la verdadera filosofía reuniéron sus esfuerzos para aterrar este monstruoso sistema con argumentos incontestables. Pero es tan evidente la imposibilidad de que Dios sumamente veraz por mejor decir la misma verdad suprema como que todo atiende con bondad sabiduría infinita apruebe todas las sectas que enseñan principios fasos implicantes muchas veces opuestos entre sí que conceda premios eternos aquellos que las profesan que es inútil estendernos mas sobre la materia. Tenemos en efecto profecias infalibles, al escribiros hablamos de la sabiduría con los perfectos no de la sabiduría del siglo sino de la oculta sabiduría de Dios; de aquella que nos enseña como sabemos ya por la fé, gue no hay mas que un solo Dios una sola fé, un solo bautismo que no se ha dado otro nombre debajo el cielo los hombres en el cual podamos salvarnos, que el de J. C. de Nazareth por lo mismo tambien profesamos que fuera de la iglesia no hay salud.

15. Pero oh inmensidad de la sabiduría ciencia de Dios! ¡Oh juicios inapelables del Señor! El que confunde la sabiduría de los sabios.parece haber entregado los enemigos de la iglesia los detractores de la revelación sobrenatural un sentido réprobo aquel misterio de iniquidad escrito en la frente de la mujer impúdica de que habla el apóstol S. Juan: Pues ¿que mas grande iniquidad que la de estos orgullosos que no contentos con abandonar la verdadera religión quieren aun sorprender los incautos por sofismas de toda especie por palabra escritos llenos de artificio Levántese el Señor, reprima confunda anonade esta licencia desenfrenada de hablar de escribir de publicar escritos 

16. Que resta que decir? Hasta tal punto ha crecido la perversidad de nuestros enemigos, que ademas de la plaga de libros perniciosos con que infesta la religion convierte en detrimento de la misma las sagradas escrituras que el cielo nos ha dado para la edificacion de la misma Religión.


17. No se nos oculta VV. HH. que una sociedad llamada vulgarmente bíblica se extiende audazmente por todo el orbe que despreciando las tradiciones de los santos padres contra lo dispuesto en el célebre decreto del concilio de Trento (16) procura con todas sus fuerzas medios que se traduzca por mejor se corrompa la Biblia en las lenguas vulgares de todas las naciones. Es muy temible que no suceda con las demás traducciones lo que con algunas ya conocidas es decir que por una perversa interpretación del evangelio de Cristo se haga el evangelio del hombre, lo que es peor del diablo.(17)

18. Muchos predecesores nuestros establecieron constituciones para corregir este azote en estos últimos tiempos Pio VII de santa memoria espidió dos breves, uno Ignacio arzobispo de Gnesna, otra Estanislao arzobispo de Mahilow en los cuales se encuentran muchos testimonios de la sagrada escritura de tradición con madurez prudencia alegados para manifestar cuan perniciosa sea para la fe y la moral esta sutil invención.

19. Y nosotros también en cumplimiento de nuestro apostólico encargo os exhortamos VV. HH. que alejéis pronta cuidadosamente vuestra grey de tan mortales pastos. Arguid, rogad, insistid oportuna importunamente. con toda paciencia doctrina fin de que nuestros fieles, sujetándose las reglas de nuestra congregación del índice se persuadan de que si permiten verter sin miramiento la sacra biblia la lengua vulgar, resultará mayor perjuicio que utilidad por la temeridad de los hombres.

20. Demuestra esta verdad la experiencia entre otros santos padres la declaró S. Agustín con estas palabras: Las herejías algunos dogmas perversos que arrastran las almas las precipitan en el abismo se han originado solamente de no entenderse bien las divinas escrituras de haberse querido sostener con temeridad audacia lo que no se podía interpretar con claridad.(18)

21. He aqui, VV. HH. donde se dirige esta sociedad, que nada omite para ganar prosélitos. Ella se aplaude no solo de imprimir sus traducciones, sino de esparcirlas corriendo los pueblos, aun para seducir los incautos, procura ya venderlas, ya distribuirlas gratuitamente con pérfida liberalidad.

22. Si alguno quiere indagar el verdadero origen de todos estos males de que nos hemos lamentado hasta aquí, de otros que hemos omitido en obsequio de la brevedad, se convencerá de que esto fue siempre, es aun, el mismo desprecio obstinado con que se mira la autoridad de la iglesia, de aquella iglesia que como nos enseña San León el grande (19), por una disposición de la providencia recibió Pedro en la silla de Pedro, oye, reconoce honra Pedro en la persona del pontífice romano sucesor de Pedro en quien reside siempre la solicitud de todos los pastores la vigilancia sobre las ovejas que se le han confiado cuya dignidad jamas caduca en un heredero indigno (20). En Pedro pues (como dice con mucha oportunidad el mismo S. Doctor,) tiene su apoyo la fortaleza de todos está de tal modo ordenado el auxilio de la divina gracia, que la firmeza concedida Pedro por J. C. se transmite por Pedro los apóstoles. Es pues evidente que este desprecio de la autoridad de la iglesia se opone los preceptos de J. C. que dirigiéndose los apóstoles en su persona los ministros de la iglesia sus sucesores (21) les decía Quien os escucha me escucha, quien os desprecia me desprecia; este aviso del apóstol S. Pablo (22). La iglesia es la columna el fundamento de la verdad. S. Agustin contemplando estas palabras dice Si se encuentra alguno fuera de la iglesia será extrañado del número de sus hijos, ni tendrá por su padre Dios, el que no quiera temer por madre la iglesia.(23)

23. A vosotros pues, VV. HH. ruego encarecidamente que no perdáis de vista ni dejéis de meditar con S. Agustin estas palabras de Cristo del apóstol fin de instruir los pueblos que se os han en cargado de cuan respetable es la autoridad de la iglesia, fundada inmediatamente por el mismo Dios. No os desaniméis. Por todas partes débenos confesar con el mismo padre, mugen nuestro alrededor las aguas del "diluvio que puede compararse la multiplicidad de tan varias doctrinas). No es que estemos en el mismo diluvio: nos hallamos si rodeados de sus olas que nos baten pero no nos cubren nos mecen, pero no nos: sumergen.(24)

24. Os repetimos por lo mismo que no os desaniméis. Confiamos en el Señor que tendréis de vuestra parte el poder de los príncipes seculares, cuya causa según atestigua la razón la experiencia, "está vinculada con la de la autoridad eclesiástica; pues no es posible dar al César lo que es del César, sin que primero se dé Dios lo que es de Dios. Tendreis tambien de vuestra parte para usar de las expresiones de S."Leon" los buenos oficios de "nuestro ministerio. En vuestros apuros, en vuestras incertidumbres en todas "vuestras necesidades acudid, esta silla apostólicas pues en la cátedra de la unidad (como dice S. Agustin) puso Dios la doctrina de la verdad.(25)

25. Os rogamos por fin, por la misericordia del Señor, qué nos auxiliéis con vuestros votos oraciones, fin de que permanezca en vosotros el espíritu de la gracia no fluctúen vuestros juicios. Permita aquel Señor que os ha inspirado la unión de sentimientos, que para el bien universal de la paz en todos los días de nuestra vida, consagrados al servicio de Señor dispuestos prestaros el apoyo que depende de nuestras facultades, podamos dirigir con confianza esta deprecación Padre Santo, conservad en vuestro nombre los que me confiasteis.(26)

En prenda de esta esperanza de nuestro amor os damos cordialmente la bendición apostólica así como vuestra grey.

Dado en Roma en Santa María la Mayor a cinco días del mes de mayo de 1824, primero de nuestro pontificado.


Notas

1. Serm. de Natali ipsius habit, in anniv. Assumpt. suat ad summi Ponti/, munus. Edit. Ball.
2. Bpist. cap. I.
3. Epist. cap. 5. 
4. Sess. 23,; pag. 18»:
5. Sess. 23 de Retor. cap. I.
6. S. Leo, Serm. de Nat. ipsiut.
7. S. Leo, Serm. de Nat. ipsius.
8. in Epist. ad Galat. lib.III Cap 5. 
9. S. Leo, cit. Serm. 5. 
10. Epist ad Rom. cap. 16. 
11. Lib. Hist. eccles. 
12. De hæresibus, num. 22
13. I, ad Cor. cap. 1. 
14. Ad Rom, cap. 28. 
16. Apoc, eap. ý, 5,
17. Sess. de Edit. et usu sacrarum Librorum. 
18. S. Hier. in cap. Epist, nd Galat.
19. Tract. 18 in Joannis cap. 5.
20. S. Leo Serm. de Vat. ejusdem.
21. S. Leo, Ser. 3, super eodem. (y) S. Luc cap. o. 
22. ad Tim. cap. 3. 
23. Lib. IV de Symb. ad Catech. cap. 13.
24. Enarr. in Ps. 3I«
25. Bpist. 105 ad. Dona\ist. alies 166.
26. S. Leo, Serpi.t, de Nat. ipgiu». et Joann. Evang. cap. .17.:.;





Sea todo a la mayor gloria de Dios.


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