SAN JOSÉ,
Obrero y Patrono de la Santa Iglesia
Doble de Primera Clase
Si Dios no edifica la casa,
en vano trabajan los que la construyen.
(Salmos CXXVI, 1)
- San José, Obrero y Patrono de la Iglesia.
- En Roma, el tránsito de san Pío V, de la Orden de Predicadores, Papa y Confesor; el cual, dedicándose con fortaleza y éxito feliz a restaurar la disciplina eclesiástica, extirpar las herejías y destruir los enemigos del nombre Cristiano, con la santidad de su vida y de las leyes, gobernó la Iglesia católica. Su fiesta se celebra el día 5 de este mes.
- En Egipto, san Jeremías, Profeta, el cual murió apedreado por el pueblo en Tainas, donde fue enterrado: a su sepulcro, según refiere san Epifanio, acostumbraban ir los fieles a hacer oración y recoger de aquel polvo, que cura las mordeduras de los áspides.
- En territorio de Vivares, en las Galias, san Andéolo, Subdiácono, al cual, junto con otros, envió san Policarpo. Obispo de Esmirna, desde el Oriente a la Galia a predicar la palabra de Dios. En el imperio de Severo, después de azotado con varas espinosas, por último, con una espada de madera le abrieron la cabeza en cuatro partes, a modo de cruz, y así consumó el martirio.
- En Huesca de España, los santos Mártires Oroncio y Paciencia.
- En la aldea de Coulmiers, en el territorio de Orleáns, en Francia, el martirio de san Segismundo, Rey de los Borgoñones, que murió sumergido en un pozo y después resplandeció con milagros. Su sagrado cuerpo, sacado finalmente del pozo, fue llevado a la Iglesia del monasterio de Agauno, situado en la diócesis de Sión, y allí honoríficamente colocado.
- En Auxerre, san Amador, Obispo y Confesor.
- En Auch de Francia, san Oriencio, Obispo.
- En Elvy de Inglaterra, san Asaf, Obispo, con cuyo nombre se honró más tarde la misma ciudad Episcopal.
- En Forli, san Peregrino, de la Orden de Siervos de la bienaventurada Virgen María.
- En Bérgamo, santa Grata, Viuda.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
Oración a San José
A vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro Patrocinio. Por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con Su sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestra necesidad.
Proteged, prudentísimo Custodio de la Divina Familia, el linaje escogido de Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción; sednos propicios y asistidnos desde el Cielo, poderisísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas. Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis, del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios, contra las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad. Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos, y sostenidos por vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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