SAN JACINTO,
Confesor
n. 1185 en el Castillo de Lanka, Polonia;
no como necios, sino como prudentes,
recobrando el tiempo, porque los días son malos.
(Efesios 5, 15-16)
- San Jacinto, de la Orden de Predicadores, Confesor, que durmió en el Señor el día 15 de Agosto.
- En Cartago, los santos Mártires Liberado, Abad, Bonifacio, Diácono, Siervo y Rústico, Subdiáconos, Rogato y Séptimo, Monjes, y el niño Máximo; los cuales, en la persecución Vandálica y reinado de Hunerico, por la confesión de la fe católica y por la defensa de un solo Bautismo, fueron atormentados con varios e inauditos suplicios, y finalmente atravesados con clavos sobre leños para ser quemados en ellos, y aunque muchas veces encendido el fuego, siempre milagrosamente apagado, mandó el tirano golpearlos con los cuentos de los remos hasta triturarles las cabezas, con lo cual, coronados por el Señor, acabaron la carrera de tan hermoso combate.
- En Acaya, san Myrón, Presbítero y Mártir, a quien de orden del Presidente Antípatro, en Cícico, imperando Decio, después de muchos tormentos, cortaron la cabeza.
- En Cesarea de Capadocia, el triunfo de san Mamés, Mártir, hijó de los santos Mártires Teódoto y Rufina, que desde su primera infancia hasta la vejez sufrió un prolongado martirio, y al fin, siendo Emperador Aureliano y Presidente Alejandro, lo consumó felizmente. Los santos Basilio y Gregorio Nacianceno le celebran con grandísimas alabanzas.
- En Nicomedia, los santos Mártires Estratón, Felipe y Eutiquiano, los cuales, condenados a las fieras y no recibiendo daño, consumaron el martirio por el fuego.
- En Tolemaida de Palestina, el suplicio de los santos Mártires Pablo y Juliana, Virgen, su hermana; ambos de orden del Emperador Aureliano, porque perseveraban constantemente en la confesión de Cristo, fueron atormentados con diversas y muy crueles torturas y por último decapitados.
- En Roma, san Eusebio, Papa.
- En Terni, san Anastasio, Obispo y Confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN JACINTO,
Confesor
San Jacinto renunció a todas las ventajas que procura un noble nacimiento, la fortuna y el talento, para entrar en la orden que Santo Domingo acababa de fundar. Sus predicaciones, acreditadas por el don de milagros, produjeron en Polonia efectos maravillosos: hubiérase creído estar en los hermosos días del cristianismo naciente. Después de haber fundado varios monasterios en ese reino, recorrió Prusia, Dinamarca, Suecia y Noruega, que todavía en parte eran paganas: de allí pasó a Ucrania y a Rutenia y penetró hasta el Mar Negro, obrando a su paso numerosas conversiones y fundando monasterios para perpetuar su obra. De vuelta a Cracovia, cayó enfermo y expiró el día de la Asunción en 1257.
MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN EMPLEO DEL TIEMPO
I. El tiempo pasado no existe ya sino en tu recuerdo. ¿Dónde están los dorados años de tu juventud? ¿Qué te queda de ellos, sino el triste recuerdo de los placeres criminales que gustaste, o bien el gozo de las acciones virtuosas que practicaste? ¡Ah! mi vida ha corrido como un torrente, ha pasado como un sueño; de mí dependió acumular tesoros para el cielo, ¡Y no lo hice! ¿Dónde están ahora esos seguidores del mundo a quienes vi en las riquezas y en los placeres? Pasaron ya, y ahora, acaso, estén en el infierno.
II. El tiempo presente está en nuestras manos; utilicémoslo más santamente que en el pasado. Este tiempo es solamente un momento, y en este momento debemos merecer una eternidad de dicha o de desgracia. Dios no me pide más que este momento: ¿se lo negaré? Aun cuando fuese necesario sufrir una eternidad para gozar de Dios, ¿qué motivo tendríamos para quejarnos?
III. El tiempo por venir es incierto; ignoras cuánto te queda en el reloj que debe medir tu vida. No puedes asegurarte ni un solo momento más de vida. ¡Desventurado! No te queda sino una resolución para adoptar: emplear bien el tiempo que tienes; pasa esta hora como si hubiese de ser la última de tu vida; penétrate de este pensamiento todas las mañanas y no te costará concebir un gran dolor por tus pecados y emplear bien tu tiempo.
El buen empleo del tiempo.
Orad por los misioneros.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Jacinto, vuestro confesor, concedednos, por vuestra bondad, imitar los ejemplos de aquél cuyo nacimiento al cielo celebramos.
Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.
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