En aquel tiempo: Juan, al oír en su prisión las obras de Cristo, le envió a preguntar por medio de sus discípulos: "¿Eres Tú "El que viene", o debemos esperar a otro?" Jesús les respondió y dijo: "Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: Ciegos ven, cojos andan, leprosos son curados, sordos oyen, muertos resucitan, y pobres son evangelizados; ¡y dichoso el que no se escandalizare de Mí!". Y cuando ellos se retiraron, Jesús se puso a decir a las multitudes a propósito de Juan: "¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿qué fuisteis a ver? ¿Un hombre ataviado con vestidos lujosos? Pero los que llevan vestidos lujosos están en las casas de los reyes. Entonces ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Éste es de quien está escrito: "He ahí que Yo envío a mi mensajero que te preceda, el cual preparará tu camino delante de ti".
Mateo XI, 2-10
Domingueras Prédicas II
R.P. Leonardo Castellani
Domínica segunda de Adviento (1966)
En el Adviento, después del Evangelio de San Lucas sobre la Parusía, hay tres Evangelios sobre el Precursor, Juan el Bautizador, que están cronológicamente al revés: primero, el de hoy, el último testimonio de Juan desde el foso de Makeronte; segundo, el testimonio a los capitostes fariseos de Jerusalén; tercero, la predicación a todo el pueblo. Los tres se refieren a la personalidad de Cristo. Los dos johannidas estaban celosos de los Apóstoles y dudosos de Cristo. Herodes permitía que viesen a Juan en su prisión sus obstinados discípulos; instigado continuamente a dar muerte al Profeta por su mujer ilegítima Herodías (era la esposa de su hermano, el cual vivía), el ridículo y criminal Tetrarca de Galilea, rey de burlas, tenía empero hacia San Juan un miedo supersticioso; pero el Bautista sabía que su muerte era segura, y deseaba traspasar sus últimos discípulos al que él tenía por misión reconocer y mostrar; y así mandó a dos dellos a pedir al mismo Cristo la respuesta que él ya había dado tres veces -por lo menos.
Los discípulos le decían: "Maestro, aquél a quien bautizaste en el Jordán se ha hecho cabeza, ha juntado discípulos y la gente se va tras él, más que tras nosotros, incluso los principales de los nuestros, Pedro, Juan, Andrés; y bautizan y la gente los sigue. Si él es más grande que tú, entonces es el Mesías; y él no dice que es el Mesías." "Bien -dijo el prisionero- id a preguntarle de mi parte si él es 'el que ha de venir', el 'erjómenos', o si debemos esperar a otro". "Erjómenos", el Veniente, era uno de los nombres canónicos del
Mesías esperado; de modo que la Biblia inglesa traduce "el Esperado".
Cristo respondió con hechos más que con palabras (las palabras eran cortas en este caso) aduciendo las dos pruebas de su Mesianidad, los milagros y las profecías, cumplidas en Él. Continuó curando enfermos e iluminando ciegos allí donde lo encontraron; y después les dijo: "Volved y decid a Juan lo que habéis visto y oído: los sordos oyen, los tullidos andan, los ciegos ven, los leprosos son limpiados, los muertos resucitan; y la Buena Noticia es anunciada a los pobres."
Cristo cita al Profeta lsaías, no un lugar de lsaías, sino seis lugares, todos los lugares mesiánicos. Lo sabía todo de memoria, como muchos de los hebreos de su tiempo; cuya educación desde muy niños se basaba sobre la memorización de la Biblia; la cual oían recitar y recitaban después cuando adultos. Estas gentes subdesarrolladas para los griegos y romanos, tenían en la cabeza el monumento literario (digámoslo así) más grande que existe, no solamente recitado sino comprendido. Un obrero de aquel tiempo, analfabeto, era un rey comparado con un obrero argentino que tiene en la cabeza todos los campeonatos de fútbol. Digamos sin embargo, que un obrero argentino tiene más sentido común, según creo, que un aristócrata argentino.
Tertuliano expresó la opinión de que San Juan dudó de Cristo. (Tertuliano es un Santo Padre raro, un abogado romano convertido, gran escritor, el mejor apologeta que tuvo la Primera Iglesia; -el cual al final apostató y adhirió a la herejía de Montano, una herejía tiesa y rígida como los jansenistas- achacando a la Iglesia que era demasiado benigna y floja. Fue un resentido, dicen hoy los historiadores; y así parece).
El novelista Fran\ois Mauriac en una "Vida de Cristo" más bien mediocre, cae en la misma vulgaridad. "Uno puede creer en un hombre y después dudar de él, si su vida no corresponde a la idea que nos hemos hecho", dice. Es imposible en San Juan: la vida de Cristo no hacía más que confirmar más y más lo que él había testimoniado: Cristo había ya curado al Siervo del Centurión (1) y resucitado al Joven de Naim (2); y por eso dice: "lo que habéis visto y oído: los muertos resucitan." Y terminantemente San Juan sabía que Cristo era el Mesías, porque se lo había revelado el Espíritu Santo en el Bautismo de Cristo. Deso él no podía dudar; sus discípulos dudaban.
Apenas se fueron los johannidas, Cristo canonizó a su Precursor.
-¿A quién habéis ido a ver en el desierto de Besch-Zedá? ¿A una caña movida a todo viento? ¿A quién? ¿A un hombre vestido con elegancia? Los elegantes no andan en el desierto sino en la Casa Rosada. (Cristo alude a los dos sectores o sectas enemigas entre sí y enemigas suyas, Fariseos y Herodianos). -¿No habéis ido buscando un Profeta? Ciertamente un Profeta y más que Profeta. De éste profetizó Malaquías llamándolo el Mensajero que va delante de Mí, barriendo el camino ...
Después produce Cristo dos exageraciones equilibradas mutuamente: primero, no ha habido entre los nacidos de mujer alguien mayor que Juan el Bautizador; segundo, pero en el Reino de los Cielos aun el más chico es mayor que Juan.
No quiere decir que yo, por pertenecer al Nuevo Testamento, sea mayor que Juan, que Moisés y que Abraham; quiere decir que Juan es el mayor de los Profetas de la Antigua Ley; pero la Nueva Ley está por encima della. Yo tengo más luz y más gracia que los fieles de la antigua economía; también más responsabilidad.
"Desde los días de la prédica de Juan hasta hoy, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo persiguen." Este versículo suele traducirse y entenderse mal; en el sentido de que para hacerse santo hay que hacerse violencia a sí mismo. Es otra cosa la que dice Cristo: alude a la persecución que sufren tanto Él mismo como su Precursor, entonces en la cárcel y próximo a la muerte violenta.
Después: "La Ley y los Profetas han tenido vigencia hasta Juan; y si queréis, Juan es como Elías, el que vosotros esperáis. Pero esto es un misterio."(3)
Cristo ironiza después sobre los Fariseos, que no recibieron a Juan porque era austero y no lo reciben a Él porque NO es austero; y los compara con los niños que juzgando en la plaza imitan un cortejo nupcial y un cortejo fúnebre y cantan:
"Hemos tocado la flauta, la buena,
Y no habéis bailado;
Hemos tocado la quena, la quena,
Y no habéis llorado. "(4)
San Juan está en el filo de los dos Testamentos: es el último Profeta hebreo y el primer Mártir cristiano. Los judíos no le tienen devoción; pero la Cristiandad le tuvo una devoción extraordinaria.
Notas
1. Mateo 8, 5-13.
2. Lucas 7, 11-17.
3. Lucas 16, 16; Mateo 11, 14-15.A
1 comentario:
Gracias por publicar esta joya
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