SAN ARMOGASTO,
Mártir
† hacia el año 455, cerca de Cartago, África
Patrono de víctimas de tortura. Protector contra la escasez.
Si no velares, vendré a ti como un ladrón,
y no sabrás a qué hora vendré a ti.
(Apocalipsis 3, 3)
- En Heliópolis, junto al Líbano, san Cirilo, Diácono y Mártir, al cual, en el imperio de Juliano Apóstata, abrieron los Gentiles el vientre, y arrancándole el hígado, se lo comieron como fieras.
- En Persia, los santos Monjes y Mártires Jonás y Baraquisio, hermanos, en tiempo de Sapor, Rey de Persia: a Jonás, prensado en un torno y quebrantados los huesos, le partieron por medio; a Baraquisio ahogaron llenándole la boca con pez hirviente.
- En Nicomedia, el suplicio de los santos Mártires Pastor, Victorino y sus compañeros.
- En África, los santos Confesores Armogastes, Conde, Máscula, primer actor cómico, y Saturo, mayordomo de la casa real; los cuales, en la persecución de los Vándalos y reinando el Arriano Genserico, padeciendo por la verdadera fe muchos y atroces suplicios y oprobios, consumaron el curso de su glorioso combate.
- En la ciudad de Asti, san Segundo, Mártir.
- En el monasterio de Lúxen en Francia, el tránsito de san Eustasio, Abad, que fue discípulo de san Columbano y Prelado de casi seiscientos Monjes; e ilustre en santidad de vida, resplandeció también por los milagros.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN ARMOGASTO,
Mártir
¡Qué hermoso espectáculo ver a San Armogasto abandonar todas sus dignidades en la corte para permanecer fiel a Jesucristo! Viéndolo Genserico, rey de los vándalos, inquebrantable en su fe, le hizo anudar la cabeza y los pies con gruesas cuerdas; mas el santo miró al cielo y rompiéronse sus ataduras. Se lo suspendió de un pie; empero, nada quebrantó su resolución. Finalmente, condenado a guardar los rebaños del rey por el resto de su vida, obedeció con placer, pues sabía que la soledad es favorable a los coloquios entre el alma y Dios. Predijo su muerte próxima, indicó el lugar donde quería se lo enterrase, y fue al cielo a recibir la recompensa de sus trabajos, hacia el año 455.
MEDITACIÓN
SOBRE LA PREPARACIÓN A LA MUERTE
I. Toda nuestra vida debe ser una preparación para la muerte, pues nuestra muerte, de todos nuestros negocios, es el más importante; ¿qué digo?, los demás nada son comparados con éste. ¿Cómo te preparas tú? ¿Vives como un hombre que en breve ha de morir? ¿Acaso miras la muerte como algo muy alejado de ti ? En adelante mi principal afán será pensar en este gran viaje a la eternidad, no sea que me sorprenda la muerte. La muerte, que sorprende a los que no están preparados, debe encontrarnos siempre prestos (San Euquerio).
II. Morirás, no lo ignoras. Morirás sólo una vez, y de esta muerte única dependerá una eternidad de dicha o de desventura. No se trata aquí de una pérdida sin importancia, sino de la pérdida del mayor de todos los bienes y, no debes olvidarlo, de una pérdida irreparable. ¡Oh muerte, cuán temible eres! ¿Se puede pensar en ti sin despreciar al mundo y sin darse a Dios?
III. Una vida santa es la mejor de todas las preparaciones para la muerte. No te duermas con un pecado mortal en la conciencia. Por la mañana, al levantarte, piensa: Acaso no alcance a vivir hasta la noche; y por la noche, al acostarte: Acaso no me levante ya, y estas sábanas sean mi sudario. De vez en cuando pregúntate si estás preparado para morir. Nada hay que los hombres vean con más frecuencia que la muerte y nada que olviden con mayor facilidad (San Euquerio).
El pensamiento de la muerte.
Orad por las almas del purgatorio.
ORACIÓN
Haced, os suplicamos, Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Armogasto, vuestro mártir, cuyo dichoso nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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