viernes, 9 de septiembre de 2016

Martirologio Romano 9 de septiembre


SAN GORGONIO,
Mártir


El que combate en la palestra no es coronado
sino cuando lidiare según las leyes.
(2 Timoteo 2, 5)


  • En Nicomedia, el suplicio de los santos Mártires Doroteo y Gorgonio, los cuales, habiendo obtenido de Diocleciano Augusto grandísimos honores, pero detestando la persecución que movía contra los Cristianos, delante de él y por su orden, fueron colgados y despedazados a azotes por todo el cuerpo; después, arrancada la piel de las entrañas, fueron rociados con vinagre y sal y de este modo asados en parrillas, y por fin ahorcados con un dogal. El cuerpo de san Gorgonio, al cabo del tiempo, fue llevado a Roma y colocado en la vía Latina, y de allí trasladado a la Basílica de san Pedro.
  • En el territorio de los Sabinos, a treinta millas de Roma, los santos Mártires Jacinto, Alejandro y Tiburcio.
  • En Sebaste de Armenia, san Severiano, que siendo soldado del Emperador Licinio, y visitando a menudo a los Cuarenta Mártires presos en la cárcel, fue por orden del Presidente Lisias colgado en el aire con una gran piedra atada a los pies; y bárbaramente golpeado y despedazado a azotes, entregó su espíritu en el tormento.
  • El mismo día, el triunfo de san Estratón, el cual por la fe de Cristo, atado a dos árboles y despedazado, consumó el martirio.
  • Igualmente los santos Mártires Rufino y Rufiniano, hermanos.
  • En el territorio de Therouanne, en Francia, san Audomaro, Obispo.
  • En el monasterio de Clogner en Irlanda, san Querano, Presbítero y Abad.
  • San Pedro Claver, Sacerdote de la Compañía de Jesús y Confesor, Patrono de las sagradas Misiones entre los Negros, que descansó en el Señor en el día de ayer.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN GORGONIO,
Mártir


Gorgonio, chambelán de Diocleciano, viendo un día a su señor torturar a un cristiano, exclamó: “¿De dónde procede, emperador, que de dos hombres culpables del mismo crimen, no has castigado sino a uno solo? La fe de este hombre es la mía; participo de su resolución”. Irritado Diocleciano, lo hizo azotar con tal violencia que su carne volaba en jirones; ordenó después que se le echase sal y vinagre en las llagas. Por fin, después de haberlo hecho asar a fuego lento en una parrilla, lo condenó a ser ahorcado.



MEDITACIÓN
SOBRE LA ETERNIDAD


I. Hay una eternidad de dicha o de desgracia para ti; es una verdad que ningún cristiano puede poner en duda. ¿Comprendes esta palabra: Eternidad? ¿Piensas en ella? ¿Trabajas porque sea feliz para ti? ¡Oh eternidad, cuántas soledades pobló tu pensamiento! ¡cuántos santos ha hecho! Día y noche piensa en estas palabras: Seré eternamente feliz o eternamente desgraciado. ¡Eternidad!… ¡Eternamente feliz… o eternamente desgraciado!…

II. El fin de la vida es el comienzo de la eternidad; ya no habrá más tiempo, ya nada podrás hacer ni para ganar el cielo, ni para evitar el infierno. ¡Oh momento de la muerte, momento tremendo, del cual depende una eternidad de dicha o de infelicidad! ¿Cuándo llegará ese momento? Acaso hoy mismo; y, necio de mí, ¡no pienso en él! ¿Por qué no emplear el tiempo que Dios me da en procurarme una eternidad bienaventurada? Medita este lema de un gran prelado: La eternidad depende de un momento.

III. La eternidad es una corona de gloria para los bienaventurados, y una corona de sufrimientos para los condenados. Siempre comenzará y nunca terminará. Los condenados sabrán y creerán que sus suplicios durarán por toda la eternidad, sin descanso, sin interrupción, sin esperanza de consuelo. ¡Eternidad, eternidad! ¡cuán tremendo es tu recuerdo, pero cuán saludable! Pensemos en ella. Nunca adoptaríamos bastantes precauciones cuando es la eternidad la que está en peligro (San Bernardo).


El pensamiento de la eternidad.
Orad por la conversión de los pecadores.


ORACIÓN
Señor, que vuestro mártir Gorgonio nos favorezca con su intercesión y nos haga celebrar con gozo su piadosa solemnidad. Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.


Visto en Tradición Católica



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