SAN GERMÁN DE PARÍS,
Obispo y Confesor
n. 496 en Autun, Francia;
† 576 en París, Francia
Era peregrino, y me hospedasteis;
estaba desnudo, y me vestisteis;
estaba enfermo, y me visitasteis;
estaba en prisión, y vinisteis a Mí.
(Mateo 25, 35-36)
- San Agustín, Obispo de Cantórbery y Confesor, cuyo tránsito se celebra el 26 de Mayo.
- En Cerdeña, los santos Mártires Emilio, Félix, Príamo y Luciano, los cuales, combatiendo por Cristo, fueron por él gloriosamente coronados.
- En Chartres de Francia, san Carauno, Mártir, que en el imperio de Domiciano, cortada la cabeza, consumó el martirio.
- Igualmente el martirio de los santos Crescente, Dioscórides, Pablo y Eladio.
- En Técua de Palestina, los santos Monjes Mártires, que fueron asesinados por los Sarracenos en tiempo de Teodosio el más joven; cuyas sagradas reliquias recogieron los moradores de la ciudad y las conservaron con suma veneración.
- En Corinto, santa Elcónida, Mártir, en tiempo del Emperador Gordiano. Atormentada primero bajo el Presidente Perennio con varios suplicios, y de nuevo torturada por su sucesor Justino, pero librada por un Ángel, por último cercenados los pechos, arrojada a las fieras, probada por el fuego y decapitada, consumó el martirio.
- En París, san Germán, Obispo y Confesor, cuya excelente santidad, grandes méritos y esclarecidos milagros consignó en sus escritos el Obispo Fortunato.
- En Milán, san Senador, Obispo, muy distinguido por sus virtudes y saber.
- En Urgel de la España Tarraconense, san Justo, Obispo.
- En Florencia, san Podio, Obispo y Confesor.
- En Novara, san Bernardo de Mentón, Confesor, el cual en el monte de Júpiter, sobre los Alpes, en el Valois, levantó un celebérrimo monasterio y hospicio. El Papa Pío XI le declaró celestial Patrono, no sólo de los pobladores y viajeros de los Alpes, sino también de los que se ejercitan en remontar las cumbres alpinas.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN GERMÁN DE PARÍS,
Obispo y Confesor
San Germán, obispo de París, tenía tanta compasión por los pobres prisioneros que, no pudiendo obtener su liberación de los hombres, pedíala a Dios y rompía sus cadenas mediante sus plegarias. Su casa estaba sin cesar invadida por una muchedumbre de desventurados, a quienes servía de padre. Siempre tenía varios pobres a su mesa, donde nada veíase que no fuese simple y frugal. Fue advertido del día de su muerte y lo hizo escribir en la cabecera de su lecho. Puesto que tú no sabes el día de la tuya, piensa en ella todos los días.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS OBRAS DE MISERICORDIA
I. Estás obligado a hacer obras de misericordia: no es sólo un consejo que Jesucristo te da, es un mandamiento que te impone; y si no lo observas, no hay paraíso para ti. En el día del juicio, te salvarás por haber practicado las obras de misericordia, o te condenarás por haberlas descuidado; porque todo lo que haces o rehusas a tu prójimo, a Jesucristo mismo es a quien lo haces o lo rehusas. Da poco para recibir mucho, da un pedazo de pan para recibir el paraíso (San Pedro Crisólogo).
II. Da ropa a los pobres que carecen de ella; tú estás cubierto de oro y de seda, da por los menos lo que tienes en exceso para cubrir los miembros de Jesucristo. Visita a los enfermos, sobre todo a los pobres, y ayúdalos cuanto puedas. Vete a las cárceles, ocúpate de los desdichados que gimen en ellas: si son inocentes, merecen que les tengas piedad; si son culpables, acaso tú lo seas más que ellos. Si hubiera de encarcelarse a todos los que han ofendido a la majestad de Dios, el mundo no sería más que una dilatada prisión.
III. Si tu pobreza no te permite asistir con tus bienes a esas tres clases de personas, hazles una caridad espiritual: visita a los presos, consuela a los pobres y a los enfermos; agradece a Dios el que no haya permitido que te veas reducido al estado en que los ves. En fin, graba bien en tu espíritu este pensamiento: Espera en vano misericordia aquél que, a su vez, no usó de misericordia (San Pedro Crisólogo).
La práctica de las obras de misericordia.
Orad por los prisioneros.
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Germán, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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