sábado, 5 de mayo de 2018

Martirologio Romano 5 de mayo


SAN PÍO V,
Papa y Confesor 

n. 17 de enero de 1504 en Bosco, Italia, como Antonio Ghisleri;
† 1 de mayo de 1572 en Roma, Italia


Haga cada cual la oferta conforme lo ha resuelto en su corazón,
no de mala gana, o como por fuerza;
porque Dios ama al que da con alegría.
(2 Corintios 9, 7)

  • En Roma, san Pío V, de la Orden de Predicadores, Papa y Confesor, que el día primero de este mes durmió en el Señor.
  • En Roma, san Silvano, Mártir.
  • En Roma también, santa Crescenciana, Mártir.
  • En Leucate de Sicilia, san Ángel, de la Orden de Carmelitas, Presbítero y Mártir, que por defender la fe católica fue cruelmente muerto por los herejes.
  • En Alejandría, san Eutimio, Diácono, que murió en la cárcel por Cristo.
  • En Auxerre, el martirio de san Joviniano, Lector.
  • En Salónica, el triunfo de los santos Mártires Ireneo, Peregrino e Irene, los cuales, quemados en la hoguera, recibieron la palma del martirio.
  • En Jerusalén, san Máximo, Obispo y Confesor, a quien el César Maximiano Galerio, después de sacarle un ojo y quemarle con un hierro candente uno de los pies, condenó a las minas. Más tarde, recobrada la libertad y puesto al frente de la Iglesia de Jerusalén, ilustre por la confesión de la fe, descansó allí finalmente en paz.
  • En Edesa de Siria, san Eulogio, Obispo y Confesor.
  • En Arlés de Francia, san Hilario, Obispo, insigne en santidad y doctrina.
  • En Viena de Francia, san Niceto, Obispo, varón venerable en santidad.
  • En Bolonia, san Teodoro, Obispo, esclarecido en méritos.
  • En Milán, san Geroncio, Obispo.
  • El mismo día, san Sacerdote, Obispo de Sagunto.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.


R. Deo Gratias.


SAN PÍO V, 
Papa y Confesor

Este santo Papa desplegó un celo constante por la propagación de la religión, una valentía infatigable por el restablecimiento de la disciplina eclesiástica, una vigilancia asidua para la extirpación de la herejía, una caridad inextinguible por el alivio de los pobres y una fuerza invencible en el sostenimiento de los derechos de la Santa Sede Apostólica. Por revelación conoció la victoria obtenida contra los turcos en Lepanto. En esta memorable ocasión fue cuando mandó añadir a las letanías de la Virgen, la invocación: Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.



MEDITACIÓN
SOBRE LA ALEGRÍA ESPIRITUAL

I. Servid a Dios con alegría y no con tristeza. Esta alegría contribuye a la gloria de Dios, porque los hombres alaban su bondad cuando a sus servidores los ven alegres, aun en medio de sus austeridades. Los incita a la virtud, haciéndoles ver que no es tan difícil de practicar como se lo imaginan. Resúltanos ventajosa también a nosotros y mucho, porque con ella no se siente el peso de una carga que se lleva con ganas. Alégrate, pues, en Nuestro Señor, a fin de que todos los que te vean conozcan que lo sirves de corazón y no por fuerza.

II. Para desterrar la tristeza de tu corazón, destierra de él el pecado, purifica tu conciencia. Por el pecado entraron todos los males en el mundo y la tristeza en nuestra alma. Aun cuando la pureza de conciencia no produjese otro fruto que esta alegría de corazón que la acompaña, estaría ya suficientemente recompensada, tal como el solo pensar de una mala conciencia es ya un castigo del crimen. Nada es más triste que la ventura de los malvados (San Agustín).

III. Para conservar y aumentar esta alegría, piensa en Dios y en el paraíso. Dios ve tus trabajos. Él te prepara una corona de gloria. Que esta alegría se refleje en tu rostro y en tus palabras. Sabe que la virtud no tiene enemigo mayor que la tristeza y que no tenemos armas más poderosas para repeler a nuestros enemigos y para sus golpes, que la alegría que se tiene en Dios (San Juan Crisóstomo).


La alegría espiritual.
Orad por los que están tristes.


ORACIÓN
Oh Dios, que para destruir a los enemigos de la Iglesia y restaurar el culto divino, elevasteis al bienaventurado Pío al sumo pontificado, haced que protegidos por su intercesión, de tal modo nos adhiramos a vuestro servicio que, triunfando de las emboscadas de todos nuestros enemigos, gocemos de inalterable paz. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.










Sea todo a la mayor gloria de Dios.


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