martes, 17 de diciembre de 2019

Martirologio Romano 17 de diciembre


SAN LÁZARO
Obispo

SAN LÁZARO, Obispo

Las hermanas de Lázaro enviaron a decir a Jesús:
Señor, aquél a quien amas está enfermo.
(Juan 11, 3)

  • En Roma, el tránsito de san Juan de Mata, Presbítero y Confesor, que fue Fundador de la Orden de la santísima Trinidad, Redención de cautivos. Su festividad, por decreto de Inocencio XI,
  • En Marsella de Franca, san Lázaro, Obispo, hermano de las santas María Magdalena y Marta, a quien se lee en el Evangelio que el Señor llamó amigo y le resucitó de entre los muertos.
  • En Eleuterópolis de Palestina, los santos Mártires Florián, Calanico y cincuenta y ocho Compañeros, los cuales, en tiempo del Emperador Heraclio, fueron muertos por los Sarracenos en odio de la fe de Cristo.
  • En el monasterio de Fulda, san Esturmio, Abad y Apóstol de Sajonia, a quien el Papa Inocencio II en el segundo Concilio Lateranense puso en el número de los Santos.
  • En Bigardén, cerca de Bruselas, en Brabante, santa Vivina, Virgen, de cuya egregia santidad dan testimonio sus frecuentes milagros.
  • En Constantinopla, santa Olimpíada, Viuda.
  • En Andance, cerca de Siete Iglesias, en Bélgica, santa Begga, Viuda, que fue hermana de santa Gertrudis.
  • El mismo día, la Traslación de san Ignacio, Obispo y Mártir, el tercero que después de san Pedro Apóstol gobernó la Iglesia de Antioquía. Su cuerpo, llevado de Roma, donde en tiempo de Trajano, el 20 de Diciembre, había consumado un glorioso martirio, a Antioquía, fue allí enterrado en el cementerio de la Iglesia, fuera de la puerta de Dafne; y en aquella festividad predicó san Juan Crisóstomo un sermón al pueblo. Pero más tarde sus reliquias fueron de nuevo transportadas a Roma y colocadas con grandísima veneración en la Iglesia de san Clemente, junto con el cuerpo de este mismo santísimo Papa y Mártir.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN LÁZARO
Obispo

San Lázaro, de Betania, hermano de Marta y de María, tuvo la dicha de ser resucitado por Jesucristo, que mucho lo amaba. Lleno de gratitud para con su benefactor, predicó su divinidad con tanto celo, que los judíos -dice la tradición- lo desterraron junto con sus dos hermanas. Puesto en una embarcación sin remos ni timón, habría abordado en Marsella y llegado a ser el primer obispo de esta ciudad.

MEDITACIÓN
SOBRE LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

I. El ruego de las hermanas de Lázaro es admirable. Se dirigen a Jesucristo y le dicen: Señor, aquél a quien amas está enfermo. ¿Quieres tú ser ayudado en tus necesidades? Preséntalas ante Jesucristo, él te ama y quiere ayudarte. No te desanimes, persevera en la oración; cuando todo parezca desesperado, hay que esperar todo de Dios. ¿No es verdad, acaso, que tú ordinariamente no te diriges a Dios sino después de haber reconocido la inutilidad de todo socorro humano? Es preciso invocar, en primer lugar, el Nombre de Dios y, después de esto, buscar los medios convenientes para llevar a cabo tus propósitos.

II. Jesús fue finalmente; derramó lágrimas en la tumba de Lázaro, agradeció a su Padre celestial y, después, llamó a su amigo en alta voz. Aprende de Jesús a agradecer a Dios las gracias que te concede, si quieres obtener otras nuevas. Alégrate, alma mía: tanto te ama Jesús cuanto amó a Lázaro. Señor, aquél a quien amáis está enfermo: basta que Vos conozcáis su mal, porque Vos no abandonáis a los que os aman (San Agustín).

III. Lázaro obedeció de inmediato a la voz de Jesús y salió de su tumba. Ya hace mucho tiempo, Señor, que me invitáis a salir del pecado en que estoy amortajado; pero estoy sordo a vuestras santas inspiraciones: ¡ya es tiempo de obedeceros! ¡Oh Vida que me dais la vida, Vos por quien vivo yo y sin el cual me muero!, ¿dónde os encontraré, a fin de morir a mí mismo y de vivir de Vos? (San Agustín).

La confianza en Dios.
Orad por los enfermos.


ORACIÓN
Dios, que por vuestro Hijo unigénito, sacasteis de la tumba a Lázaro muerto desde hacía cuatro días, hacednos surgir de la tumba de nuestros pecados, a fin de que merezcamos
ser admitidos en la sociedad de vuestros elegidos.
Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.










Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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