martes, 3 de marzo de 2020

Martirologio Romano 3 de marzo


SANTA CUNEGUNDA,
Emperatriz de Alemania,
Virgen y Viuda

† hacia el año 1039

SANTA CUNEGUNDA, Emperatriz de Alemania, Virgen y Viuda

Queridísimos, os conjuro a que os abstengáis
de los deseos de la carne,
que combaten contra el alma.
(1 Pedro 2,11)

  • En Cesarea de Palestina, los santos Mártires Marino, soldado, y Asterio, Senador, en la persecución del Valeriano. El primero, acusado por sus compañeros de ser Cristiano, y confesándolo en voz alta al Juez que se lo preguntaba, logró, siendo degollado, la corona del martirio. Asterio, porque envolvió en su propio manto el cuerpo del Mártir, separado de la cabeza, y lo llevaba sobre sus hombros, consiguió inmediatamente el honor que tributó al Mártir, hecho también él Mártir.
  • En Calahorra de España, el triunfo de los santos hermanos Mártires Emeterio y Celedonio, los cuales, militando en el campamento junto a León, ciudad entonces de Galicia, cuando se levantó la tempestad de la persecución, por la confesión del nombre de Cristo, fueron llevados a Calahorra, donde vejados con muchos tormentos, fueron coronados con el martirio.
  • El mismo día, el suplicio de los santos Mártires Félix, Lucíolo, Fortunato, Marcia y sus Compañeros.
  • Asimismo, los santos soldados Cleónico, Eutropio y Basilisco, que en la persecución de Maximiano, siendo Presidente Asclepíades, triunfaron felizmente en el suplicio de la cruz.
  • En Brescia, san Ticiano, Obispo y Confesor.
  • En Bamberga, santa Cunegunda, Emperatriz; la cual, casada con Enrique I, Emperador de Romanos, guardó perpetua virginidad con asentimiento del mismo, y, colmada de los méritos de sus buenas obras, acabó con santo fin, y después de muerta resplandeció en milagros.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SANTA CUNEGUNDA,
Emperatriz de Alemania, Virgen y Viuda

Santa Cunegunda dio un espectáculo verdaderamente digno de los ángeles observando, en medio de las delicias de la corte, castidad perpetua con San Enrique su esposo. La calumnia se empeñó en hacer que su virtud se hiciese sospechosa ante los ojos de este príncipe; mas, Cunegunda, llena de confianza en Dios, probó su inocencia caminando descalza, sin quemarse, sobre rejas de arado calentadas al rojo. Después de la muerte de San Enrique, esta purísima paloma, se retiró a un monasterio como buscando asilo para su virginidad. Murió en el año 1039.

MEDITACIÓN
SOBRE LA CASTIDAD

I. Es muy difícil vivir castamente en medio de las delicias del mundo; no te creas que conservarás sin esfuerzo ese precioso tesoro de tu pureza. Serás atacado día y noche, en todo tiempo, en todo lugar, a toda edad de tu vida; mas, esta virtud, que te hace semejante a los ángeles, bien merece que se realicen los mayores esfuerzos para conservarla. Reguemos este hermoso lirio de nuestros desvelos, con nuestras lágrimas y nuestra sangre, si fuese necesario, antes que dejarlo marchitar.

II. Lo que es difícil para la fragilidad humana, se hace fácil con el auxilio del Cielo. Es verdad que nadie podría ser casto si Dios no le diera esa gracia; pero Dios no deja de hacer esta merced a quienes se la piden y trabajan seriamente en su adquisición. Desconfía de ti mismo, humíllate, implora el auxilio del Cielo, y Dios te dará las gracias necesarias para someter la carne al espíritu. Evita sobre todo las faltas menores: todo es peligroso; el tesoro que llevas se encierra en vaso de arcilla: una nonada te lo puede hacer perder.

III. Huye prontamente de las ocasiones en las que peligra la santa virtud. Apenas San Enrique hubo dado su último suspiro, dejó Cunegunda la corte para refugiarse en un monasterio. Huye si quieres vencer; no te confíes en las victorias pasadas: basta una mirada para perderte; no eres más sabio que Salomón, ni más santo que David, que fueron vencidos por el demonio de la impureza. En fin, si el fuego de las pasiones arde en tus huesos, date prisa a apagarlo con el recuerdo del fuego eterno (San Pedro Damián).

La castidad.
Orad por las vírgenes.


ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios nuestro Salvador, a fin de que la fiesta de nuestra Virgen Cunegunda, al regocijar nuestra alma, desarrolle en ella los sentimientos de una tierna devoción.
Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.








Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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