SAN SÉRVULO
Confesor
n. s. VI en Roma; † hacia el año 590 en Roma
Patrono de minusválidos y discapacitados.
Alegraos en vuestra esperanza,
sed sufridos en la tribulación y perseverantes en la oración.
(Romanos 12, 12)
- En Roma, santa Victoria, Virgen y Mártir, que en la persecución del Emperador Decio, estando prometida al pagano Eugenio, y no queriendo ni casarse ni sacrificar a los ídolos, después de muchos milagros, con que convirtió para Dios a muchas Vírgenes, el verdugo, a persuasión de su esposo, le clavó un cuchillo en el corazón.
- En Nicomedia, el suplicio de los santos Migdonio y Mardonio. El primero, en la persecución de Diocleciano, murió abrasado en la hoguera, y el otro arrojado en una fosa. Entonces padeció también un Diácono de san Antimo, Obispo de Nicomedia, que, siendo portador de unas cartas para los Mártires, detenido por los Gentiles y cubierto de piedras, pasó al Señor.
- Allí mismo, el triunfo de veinte santos Mártires, a quienes la misma persecución de Diocleciano, torturados con cruelísimos tormentos, hizo Mártires de Cristo.
- En Creta, los santos Mártires Teodulo, Saturnino, Éuporo, Gelasio, Euniciano, Zético, Leómenes, Agatópode, Basílides y Evaristo; los cuales, en la persecución de Decio, padecieron crueles tormentos, y fueron decapitados.
- En Roma, san Sérvulo, de quien escribe san Gregorio Papa, que desde su primera edad hasta el fin de su vida, vivió paralítico en un pórtico, junto a la Iglesia de san Clemente, y al cabo, invitado por un coro de Ángeles, pasó a la gloria del paraíso; en su sepultura obra Dios muy frecuentes milagros.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN SÉRVULO
Confesor
San Sérvulo era un pobre enfermo incapaz de hacer el menor movimiento. Su madre y su hermano todos los días lo llevaban al pórtico de la iglesia de San Clemente en Roma. Su paciencia, su mansedumbre y su piedad despertaban la admiración de todos. En sus dolores, alababa a Dios sin cesar; le agradecía y le pedía sufrir más todavía. A punto de morir, rogó a los que le rodeaban que hiciesen silencio, diciéndoles que oía los conciertos de los ángeles. Durmiose dulcemente en el Señor hacia el año 590.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN SÉRVULO
I. San Sérvulo soportó, con heroica paciencia, una extrema pobreza y una cruel enfermedad. Jamás se le oyó una queja; en medio de sus sufrimientos, pedía sufrir más todavía. ¿Qué respondes tú a este ilustre mendigo? Compara tus aflicciones con las suyas, tu paciencia con su paciencia, y cesa de quejarte de tu pobreza y del menosprecio de que se te hace objeto. ¡Avergüénzate! Jesucristo ha sido pobre, ha sido humilde (San Pedro Crisólogo).
II. Este santo sobreabundaba de alegría en la tribulación: el gozo de su corazón resplandecía en su rostro y se reflejaba en sus palabras. No cesaba de rezar a Dios y de celebrar sus alabanzas. Todas las aflicciones, por grandes, por penosas que fueren, te serán agradables si pides a Dios que te dé la fuerza necesaria para soportarlas, y si piensas en las promesas que hace Jesús en el Evangelio, a los que se resignan. ¿De dónde proviene que tan a menudo te veas agobiado de violenta pena, sino de que no piensas en Dios que puede consolarte, ni en el paraíso que espera a los que sufren con amor?
III. La muerte de San Sérvulo es aun más dichosa que su vida: nada teme y espera todo; al morir sólo deja dolores y miserias para tomar posesión del remo de los cielos. Pobres que estáis afligidos, consolaos: la muerte vendrá a trocar vuestros dolores en alegría. ¡En cuanto a vosotros, los felices de este mundo, la muerte vendrá a cambiar vuestros gozos en dolores! Ancianos, ella está a vuestra puerta; jóvenes, ella os tiende asechanzas por doquier (Guerrico).
La paciencia.
Orad por los enfermos.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos dais nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Sérvulo, vuestro confesor, haced, en vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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