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lunes, 24 de octubre de 2016

Sobre El Bautismo de Deseo y de Sangre


El martirio de Santa Emerenciana





El Bautismo de Deseo y de Sangre

Probado a partir del Magisterio Pontificio, el Concilio de Trento, el Derecho Canónico, el Martirologio Romano, los Santos Padres, los Doctores y teólogos de la Iglesia

Últimamente S.E. Mons. Pivarunas ha estado profundizando la enseñanza eclesiástica acerca de la necesidad del bautismo. Como veremos en las siguientes citas, para salvarse es necesario pertenecer a la Iglesia Católica, al menos por el deseo. También es necesario recordar que sin la fe y la caridad sobrenatural la salvación es imposible, se haya o no recibido el sacramento del bautismo. Al adulto que busca conocer y hacer la voluntad de Dios se le da la gracia suficiente para que obre lo necesario y obtenga la salvación.


1. Concilio de Trento (1545-1563)

Cánones sobre los sacramentos en general, c. 4:

 «Si alguno dijere que los sacramentos de la nueva ley no son necesarios, sino superfluos para salvarse; y aun cuando no todos sean necesarios a cada particular, asimismo dijere que los hombres sin ellos, o sin el deseo de ellos (sine eis aut eorum voto), alcanzan de Dios, por la sola fe, la gracia de la justificación; sea anatema».  

Decreto sobre la justificación, ses. VI, cap. IV: 

«En esas palabras se describe la justificación del pecador, de suerte que es tránsito de aquel estado en que el hombre nace hijo del primer Adán, al estado de gracia y adopción de los hijos (Rom. 8, 15) de Dios por el segundo Adán, Jesucristo nuestro Salvador; y este tránsito no se puede lograr, después de promulgado el Evangelio, sin el bautismo o sin el deseo de él (sine lavacro regenerationis aut eius voto); según está escrito: El que no naciere de agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino de Dios (Jn. 3, 5)».  


2. S. Alfonso M. de Ligorio (Doctor de la Iglesia, 1691-1787)

“Teología moral”, lib. VI
«Mas el bautismo de deseo es una conversión perfecta a Dios por contrición, o por amor a Él sobre todas las cosas, con deseo explícito o implícito del verdadero bautismo de agua, del cual toma su lugar en cuanto a la remisión de la culpa, pero no en cuanto a la impresión del carácter [bautismal] o a la supresión de toda pena a pagar. Se llama “de viento” [flaminis] porque se realiza bajo el impulso del Espíritu Santo, a quien se le da este nombre [flamen]. Ahora bien, es de fide que los hombres se salvan también por el bautismo del deseo, según el canon “Apostolicam de presbytero non baptizato” y el Concilio de Trento, sesión VI, capítulo IV, donde está dicho que nadie puede salvarse “sin el bautismo o su deseo”».  


3. Código de Derecho Canónico (1917)

Sobre la sepultura eclesiástica, cn. 1239.2: 
«Los catecúmenos que sin culpa propia mueren sin el bautismo, han de ser tratados como los bautizados» 

“The Sacred Canons”, PP. John Abbo, Jerome Hannan.  

Comentario al Canon: 

«La razón de esta regla estriba en que justamente se cree que ellos encontraron la muerte unidos a Cristo por el bautismo del deseo».  

martes, 2 de junio de 2020

El Bautismo de Deseo y de Sangre: Los Absurdos del Feeneyismo





LOS ABSURDOS DEL FEENEYISMO
por Steven Speray


El Feeneyita cree que el Bautismo de Deseo y de Sangre es una herejía contraria a las definiciones del Concilio de Trento. Por lo tanto, los Feeneyitas deben sostener los siguientes 21 absurdos:

1. La Iglesia Católica ha estado promulgando herejías por medio del catecismo durante 464 años desde el Catecismo del Concilio de Trento.

2. La Iglesia Católica ha promulgado herejías por la ley canónica durante más de 100 años.

3. La Iglesia Católica permite que la herejía se enseñe en toda la Iglesia durante cientos de años.

4. La Iglesia Católica no es diferente del protestantismo en cuanto a la herejía.

5. Las religiones protestantes y ortodoxas orientales son falsas porque enseñan herejías, pero la Iglesia católica sigue siendo la verdadera religión, aún cuando enseña herejías por mediode la ley canónica y el  catecismo.

6. El Papa, del Concilio de Trento, San Pío V es también el que promulga las herejías contrarias al mismo concilio.

7. Todos los papas y santos que enseñaron el Bautismo de Deseo y de Sangre, después de Trento, ignoraban el dogma del concilio.

8. El Papa Clemente XIII no sabía que el Catecismo Romano enseñaba el Bautismo del Deseo.

9. El Papa Pío IX ignoraba las enseñanzas del concilio.

10. El Papa San Pío X ignoraba las enseñanzas del concilio.

11. El Papa San Pío X permitió que se promulgara en su nombre un catecismo herético en Italia.

12. El Papa San Pío X no sabía que el bautismo de deseo se promulgaba, en su nombre.

13. El Papa Benedicto XV ignoraba las enseñanzas del concilio.

14. El santo y el doctor de la Iglesia Alfonso Ligorio no entendió las enseñanzas del concilio sobre el bautismo e interpretó que Trento quería decir exactamente lo contrario a su verdadero significado.

15. San Carlos Borromeo, cuidadosamente seleccionado por el Papa para explicar Trento, no lo entendía realmente.

16. El santo y el Doctor de la Iglesia, Roberto Belarmino no entendió las enseñanzas del concilio sobre el bautismo.

17. Todos los papas y santos que enseñan el Bautismo de Deseo y de Sangre rechazan el verdadero significado de lo enseñado por Jesús en Juan 3: 5.

18. El Antiguo Testamento hizo más seguro y fácil llegar al cielo que el Nuevo Testamento.

19. Estalló una guerra para evitar que el Primer Concilio Vaticano definiera la herejía del Bautismo del Deseo, aunque de todos modos lo cree toda la Iglesia.

20. Todo laico que cree en el Bautismo de Deseo y de Sangre es un hereje, pero todos los papas, santos y doctores de la Iglesia que lo hacen no lo son. Solo los papas, los santos y los doctores de la Iglesia pueden profesar la herejía sin ser verdaderos herejes.

21. Los defensores del bautismo de deseo y sangre que usan las enseñanzas de los papas, los catecismos, la ley canónica, los santos y los doctores de la Iglesia lo hacen de mala voluntad.





Traducción: Cristo Vueve



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Sea todo a la Mayor Gloria de Dios

martes, 4 de febrero de 2020

La Doctrina Básica sobre la Iglesia de Cristo






LA IGLESIA DE CRISTO

Una Revisión de la Doctrina Básica sobre la Iglesia Católica.

R.P. Francisco Radecki CMRI

Traducción: Rev. Padre. Pio Espina L. y Rev. P. Gabriel María Rodrigues

             
Es un hecho histórico que Jesucristo fundó la Iglesia Católica. Esta Iglesia visible tiene un conjunto fijo de creencias (El Depósito de la Fe: Las Sagradas Escrituras y la Tradición Apostólica), un culto uniforme (el Santo Sacrificio de la Misa), siete Sacramentos que dan la gracia a los que los reciben, y una jerarquía (El Papa, los obispos y sacerdotes que ministran al laicado).

Una Iglesia Visible
Jesucristo se refirió a Su Iglesia cuando habló de la vid y los sarmientos y también más tarde cuando dijo: “Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí” (Io 10, 14). Nuestro Señor fundó la Iglesia Católica… “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Math 16, 18). A lo largo de los tres años de Su vida pública, Cristo enseñó a los Apóstoles, discípulos, y a las turbas que Le seguían, y más tarde les ordenó que difundieran sin miedo la Fe Católica por todo el mundo. La Iglesia Católica ha tenido siempre un espíritu misionario y ha trabajado para instruir a los conversos de todo el mundo, ya que la mejor forma de la caridad para con el prójimo es trabajar por la salvación eterna de su alma inmortal.

Cada uno está obligado a seguir la verdad, que se encuentra en la Iglesia Católica. Aunque todos tengan libre albedrío, una persona que permanece indiferente o apática en materia de religión, es culpable, especialmente desde que Jesucristo descendió de los Cielos para redimir al mundo y fundar la Iglesia Católica. Desde que Nuestro Señor estableció la Barca de Pedro, Él espera que todos estén a bordo de ella. Aquellas que se mantienen voluntariamente en otro camino son culpables ante Sus ojos: “El que cree y se bautiza se salvará; el que no cree se condenará” (Mar. 16,16).


La Autoridad de la Iglesia

La protección y orientación del Espíritu Santo se reflejan en los tres atributos de la Iglesia Católica: autoridad, infalibilidad, e indefectibilidad. La Iglesia Católica recibió su autoridad de Jesucristo su Fundador, que dijo: “El que os oye, a mi me oye” (Lucas, 10,16).

Cristo dijo a los Apóstoles a que “enseñasen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolas a observar todo cuanto Yo os he ordenado” (Mateo, 28: 19-20).

Jesucristo, que fundó la Iglesia Católica, le dio Su autoridad por la que el Papa gobierna la Iglesia Universal, los obispos sus diócesis y rebaños, y los sacerdotes sus feligreses. Los tres anillos de la tiara papal simbolizan que el Papa está para enseñar, gobernar y santificar.


El Interregno

La Iglesia sigue trabajando cuando la Sede de Pedro está vacante entre el reinado de los Papas (el interregno), mientras ella está esperando a que un sucesor sea electo o cuando hay un papa dudoso. Ya que la Iglesia Católica debe trabajar incesantemente para la salvación de las almas hasta el final de los tiempos, ella suministra la jurisdicción a los obispos y sacerdotes durante el periodo de interregno.

La Doctrina del Magisterio, consistiendo en el Papa y los obispos enseñando en unión con él, enseña infaliblemente las doctrinas de Cristo y las hace disponibles por todo el orbe. La autoridad es transferida desde Cristo, la Cabeza de la Iglesia Católica al Papa, Su vicario en la tierra, a los obispos nombrados por el Papa (1) y a los sacerdotes que sirven a las parroquias. El Concilio de Trento (1545-1563) enseñó que los poderes dados por Cristo a los Apóstoles fueron transferidos a los obispos.

Los oficios honoríficos en la Iglesia no dan poderes adicionales al sacramento. Los cardenales eligen Papas; los arzobispos gobiernan otras archidiócesis; los monseñores son sacerdotes que han sido honrados por el Papa por un servicio distinguido.

La Infalibilidad
El Papa es protegido, por la infalibilidad papal, de enseñar a la Iglesia Universal cualquier cosa contraria a la fe y buenas costumbres. Cuando el Papa define infaliblemente una doctrina, él simplemente hace una pública declaración de lo que siempre fue enseñado por la Iglesia.

Cristo proveyó para la exacta transmisión de Sus inmutables enseñanzas de edad en edad a través de la infalibilidad papal, la divina salvaguardia que protege a los Papas de enseñar la herejía en materia de fe y moral. Un Papa no puede inventar nuevas doctrinas ni enseñar algo contrario al Deposito de la Fe. Monseñor Van Noort explica: “La infalibilidad no es apenas la ausencia de error, sino la imposibilidad de errar” (Christ’s Church, p. 119).

El Papa Pio XII escribió sobre la infalibilidad de las encíclicas papales en Humanis Generis

“… si el Supremo Pontífice en sus documentos oficiales juzga a propósito un tema que está en disputa, es obviamente que el tema, de acuerdo con la mente y el querer del mismo Pontífice, con puede ser más considerada como una cuestión abierta a discusión entre los teólogos.”

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu de Verdad, protege al Papa de enseñar el error, como fue confirmado por el Concilio Vaticano de 1869 al 1870:

“… el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro de forma que, por Su revelación ellos pudieran manifestar una nueva doctrina, sino que, por Su asistencia, guardarían como sagrado y propondrían fielmente la revelación propagada por los Apóstoles, o el Deposito de la Fe” (Concilio Vaticano, Constitución Dogmática Pastor Aeternus, c. 4., Pio Papa XII, Munificentíssimus Deus, 1 de Noviembre de 1950).


Indefectibilidad

La Indefectibilidad significa que Cristo estará con Su Iglesia todo el tiempo y que ella existirá hasta el final del mundo. “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo” (Math. 28-20).

Los herejes seleccionan y eligen lo que quieren.

Aunque una religión se pareciera un buffet, donde uno puede elegir las creencias, tendría esto apariencia religión, pero carece de sustancia. A través de los siglos líderes religiosos rebeldes han dejado la Iglesia Católica y fundado sus propias religiones. Muchos de estas religiones llevan los nombres de sus fundadores, de los cuales rechazaron enteramente o las creencias o las prácticas o desarrollaron otras nuevas.

Estos líderes, que rechazaron la autoridad de la Iglesia Católica, se establecieron como expertos en materias religiosas y vinieron a ser, para sus seguidores, la suma autoridad religiosa. Algunos siguieron privatizando la interpretación de la Escritura y rechazando igualmente la Tradición Apostólica. Otros cuestionaron la consistencia de las enseñanzas de los Papas, así como a aquellas de los Padres y Doctores de la Iglesia.

Puesto que las religiones hechas por el hombre son subjetivas, tienen inconsistencias y contradicciones. La Iglesia Católica es la única religión en el mundo que ha retenido esencialmente las mismas creencias y el mismo culto desde su fundación hasta el presente día.

Los herejes a menudo exageran una doctrina de la Fe y niegan otras. Ellos mantienen una apariencia de enseñanza Católica para más fácilmente engañar a sus seguidores. La herejía, una negación de una o más doctrinas de fide de la Iglesia, se basa en una soberbia y rebelión contra Dios, Sus leyes y su Iglesia.

martes, 4 de junio de 2019

Bautismo de Deseo: ¿Qué enseñó el Padre Leonard Feeney?



Foto original: "ESTADOS UNIDOS - CIRCA 1949: el reverendo Leonard Feeney de la orden jesuita 
entabla una controversia con sus superiores sobre la enseñanza de la doctrina católica".
(Foto de Alfred Eisenstaedt / Colección de imágenes de LIFE / Getty Images)




JUSTIFICACIÓN Y SALVACIÓN: ¿QUÉ ENSEÑÓ EL PADRE LEONARD FEENEY?

El 12 de abril, Michael Voris, de Church Militant, aturdió a sus seguidores cuando de repente comenzó a promover la persona y la teología del difunto Padre Leonard Feeney, SJ (1897-1978) y el St. Benedict Center que ayudó a moldear (al menos el de New Hampshire, pues hay otro en Massachusetts). Siguieron otros dos artículos similares y episodios de el Vortex, así como una entrevista completa con el Prior del NH St. Benedict Center y una llamada directa a brindar apoyo financiero al grupo, que no está en "plena comunión" con la diócesis Novus Ordo. Sin embargo, el 23 de abril, Church Militant publicó un artículo contra el feeneyismo, probablemente confundiendo aún más a sus lectores. Escrito por Jim Russell, se titula “La Extraña Doctrina del Padre Feeney" en el que expresa críticas a la posición teológica del St. Benedict Center.

El caso de Leonard Feeney es, verdaderamente, trágico en la historia de la Iglesia, pero ejemplifica cómo las herejías y las falsas enseñanzas a menudo surgen como una reacción excesiva o falsa a otra herejía o error que intentan combatir. No hay duda de que el dogma  "Fuera de la Iglesia No hay Salvación" (Extra Ecclesiam Nulla Salus, o EENS; ver Denz. 430) fue cada vez más socavado y atacado en las décadas de 1940 y 50, no solo por personas fuera de la Iglesia, sino también por muchos al interior de ésta. En su histórica encíclica de 1950 contra el renaciente modernismo de su época, el Papa Pío XII advirtió: "Algunos reducen a una fórmula sin sentido la necesidad de pertenecer a la verdadera Iglesia para obtener la salvación eterna" (Encíclica Humani Generis). Feeney intentó remediar esta tendencia, pero lo hizo distorsionando la enseñanza de la Iglesia en la dirección opuesta. En 1947, comenzó a predicar extrañas ideas acerca de la justificación, la salvación y la necesidad de pertenecer a la Iglesia y, por lo tanto, se metió en problemas con las autoridades de su orden (Jesuitas) y con la diócesis en la que estaba trabajando (Arquidiócesis de Boston).

Otro sacerdote católico que era consciente de la gran necesidad de contrarrestar la peligrosa subversión del dogma EENS, pero que lo hizo utilizando sólida teología católica, fue Monseñor Joseph Clifford Fenton, profesor de Fundamentos de Teología Dogmática en la Universidad Católica de América, editor de la revista "American Ecclesiastical Review" (1943-63) y ex alumno del legendario Padre Reginald Garrigou-Lagrange, OP. Fenton era un experto en el campo de la eclesiología. El Papa Pío XII reconoció los logros teológicos de Fenton y le otorgó la medalla Pro Ecclesia et Pontifice en 1954. En 1958, Fenton publicó la magnífica obra "La Iglesia Católica y la Salvación a la Luz de los Pronunciamientos Recientes de la Santa Sede". Una variedad de sus numerosos artículos sobre la Iglesia se publicó recientemente como "La Iglesia de Cristo: Una colección de ensayos de Monseñor Joseph C. Fenton".

Por desgracia, a pesar de la corrección del Santo Oficio (Decreto Suprema Haec Sacra del 8 de agosto de 1949), Feeney persistió en sus errores, y en 1953 fue excomulgado por el Papa Pío XII ferendae sententiae (Penas que solo obligan desde que se imponen - N. de C.V.) por grave desobediencia, ya que se negó obstinadamente a obedecer la orden de comparecer en el Vaticano, para explicar su doctrina, incluso bajo pena de excomunión. (El falso Papa, Pablo VI, finalmente levantó la excomunión, al menos putativamente).

¿Pero, qué extrañas doctrinas enseñó el padre Feeney?

Para responder a esta pregunta, presentamos un artículo escrito por el P. Benedict Hughes, CMRI, publicado en The Reign of Mary hace dos años. En éste, el P. Benedict presenta citas directas del propio libro de Feeney de 1952, "El Pan de la Vida" y lo critica a la luz de la genuina doctrina católica: "Mi propósito será presentar las enseñanzas del Padre Feeney y permitir que el lector vea cómo estas contradicen la enseñanza de la Iglesia", declara el autor.

Otros recursos para ayudar a proporcionar claridad con respecto a EENS incluyen el nuevo libro "Contra Crawford", el Catecismo Anti-Feeneyita de Monseñor Donald Sanborn, nuestro TRADCAST 004 y el sitio web baptismofdesire.com. Un simple eslogan para recordar la actitud católica ortodoxa, en el debate de EENS sería: "Fenton, no Feeney".



Justificación y Salvación: ¿Qué enseñó el Padre Leonard Feeney?

(R.P. Benedict Hughes, CMRI)


Publicado por primera vez en The Reing of Mary, no. 164 (verano 2017) 

Cornelio era un buen hombre. Devoto y temeroso de Dios, era conocido por su limosna. De hecho, las Sagradas Escrituras nos dicen que oró a Dios "continuamente", - lo que no es una alabanza menor, viniendo como viene del mismo Espíritu Santo- sin embargo, había un problema importante con Cornelio: él era un pagano.

La fascinante historia de este centurión romano se narra en el capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles. Un día, mientras Cornelio estaba orando, un ángel se le apareció y le ordenó que enviara mensajeros a Jope, una ciudad junto al mar, para pedirle a San Pedro que viniera a él. Se despacharon tres mensajeros que llegaron a Jope al día siguiente. Mientras tanto, el Espíritu Santo ordenó, a San Pedro, acompañar a estos hombres a su ciudad. Así que al día siguiente partió con ellos para Cesarea.

Pedro llegó con sus compañeros para encontrar una cada llena, porque Cornelius, en su entusiasmo, había invitado a sus amigos y familiares. Después de escuchar a Cornelio contar el mensaje del ángel que le había instruido enviar los mensajeros a Pedro, éste último respondió: "En verdad conozco que Dios no hace acepción de personas, sino que en todo pueblo le es acepto el que le teme y obra justicia" (Hechos, 10: 34-5). Luego pasó a explicar que Jesús es verdaderamente el Mesías predicho por los profetas. Y, “Mientras Pedro pronunciaba aún estas palabras, descendió el Espíritu. Santo sobre todos los que oían su discurso” (Hechos, 10:44). Pedro y sus compañeros se asombraron de que el Espíritu Santo hubiera venido sobre estos gentiles, “Pues los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Por lo cual dijo Pedro: “¿Puede alguien prohibir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” (Hechos, 10: 46-7). Luego ordenó que fueran bautizados.

Esta estupenda historia nos muestra los maravillosos efectos de la cooperación con la gracia. Es particularmente interesante ver que el Espíritu Santo vino sobre estas almas antes de ser bautizadas. Este hecho hace surgir una pregunta interesante: ¿qué habría sido de sus almas si hubieran muerto antes de ser bautizados? En otras palabras, ¿cómo describimos el estado de sus almas durante el intervalo en que escucharon y aceptaron las enseñanzas de Pedro, pero aún no se habían bautizado? Para responder a esta pregunta, primero debemos entender qué se entiende por justificación y qué enseña la Iglesia a este respecto.

¿Qué es la justificación?

En el Evangelio leemos la parábola del fariseo y el publicano (Lucas, 18: 9-14). Nuestro Señor nos dice que este hombre (el publicano) se fue del templo justificado, en lugar del otro. Por supuesto, hay muchos otros lugares en las Escrituras donde se usa la palabra justificación, o sus derivados. Entonces, ¿qué significa exactamente? En pocas palabras, aquél que está en el estado de gracia santificante, está en el estado de justificación. En otras palabras, su alma se encuentra en un estado en el que es grato a Dios, que mira a esa alma y ve en ella la vida de gracia, que es una participación en su propia vida. Él no puede sino estar contento con esto. Como lo dice el catecismo, "por la gracia santificadora nos convertimos en santos y agradables a Dios".

En el siglo XVI, el Concilio de Trento fue convocado para responder. a las diversas enseñanzas erróneas de Martín Lutero, que había estado atrayendo, a tantas almas, fuera de la Iglesia. La principal de sus nociones heréticas fue la idea de que la justificación se obtiene solo por la fe, sin necesidad de buenas obras. La Iglesia Católica condenó esta enseñanza y explicó que la justificación requiere tanto de la fe como de las buenas obras. Además, es un don gratuito de Dios que no podemos merecer. Es solo por la muerte de Cristo, en la cruz, que podemos obtener este precioso don de la gracia, por lo que siempre debemos con alegría dar: "gracias al Padre, que os capacitó para participar de la herencia de los santos en la luz. Él nos ha arrebatado de la potestad de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, la remisión de los pecados" (Col. 1: 12-14).

Sin este estado de justificación, de gracia santificadora, es imposible alcanzar la salvación. En pocas palabras, en el momento de la muerte, un alma en el estado de gracia santificadora se salva, pero una que muere privada del precioso don de la gracia de Dios se pierde. Por supuesto, es necesario que uno también sea bautizado, pero ¿qué pasa si una persona muere en estado de gracia sin haber recibido este sacramento? La Iglesia enseña que tal persona puede incorporarse a la Iglesia y, por lo tanto, puede salvarse a través del llamado "Bautismo de Deseo". Sin embargo, esta enseñanza de la Iglesia, ha sido amargamente contradicha por el Padre Leonard Feeney y sus seguidores. En este artículo, no tengo la intención de repetir el mismo material que ya ha sido cubierto tantas veces en varios artículos, que citan las enseñanzas de la Iglesia y los teólogos. Mi propósito será presentar las enseñanzas del Padre Feeney y permitir que el lector vea cómo estas contradicen la enseñanza de la Iglesia.

¿Qué enseñó el Padre Feeney?

Con el fin de representar de manera justa y precisa las enseñanzas del padre Leonard Feeney, decidí leer el libro que publicó en 1952 titulado "El Pan de la Vida". En la introducción, dice: "Me han convencido los miembros de mi Orden, Los Esclavos del Inmaculado Corazón de María, de publicar algunas de las charlas que he estado dando los jueves por la noche en el St. Benedict Center en Cambridge, Massachusetts, durante los últimos diez años". Así vemos que este libro es una recopilación de las conferencias que había dado en la década de 1940 y principios de la década de 1950. A lo largo de lo que resta de este artículo, citaré la edición de 1974 de este libro.

En su libro, el padre Feeney explica correctamente qué se entiende por justificación. También hace, correctamente, la distinción entre justificación y salvación: “La justificación es nuestra entrada al estado de gracia santificadora. La salvación es nuestra recompensa por perseverar en la gracia” (pp. 39-40). Por otro lado, afirma que "es la falta de conocimiento de esta, muy importante y básica distinción (entre justificación y salvación)... lo que ha llevado a los teólogos liberales de nuestros días a seguir diciendo que todo lo que debe hacer para ser salvarse es ser justificado, y que usted puede serlo sin las aguas de la Redención..." (págs. 14-15).

Entonces, ¿qué pasa con una persona, como Cornelio, antes de su bautismo, que recibe la gracia de Dios en su alma a través de la fe y la caridad sobrenaturales, pero que muere antes de que pueda ser bautizado? El Padre Feeney enseña que no se puede salvar. En un formato de preguntas y respuestas, declara lo siguiente:

“Pregunta: ¿Puede salvarte el bautismo de deseo?
Respuesta: Nunca.
Pregunta: ¿Podría el Bautismo de deseo salvarte si realmente crees que podría?
Respuesta: No podría.
Pregunta: ¿Podría, posiblemente, ser suficiente para que usted pase a un estado de justificación?
Respuesta: Podría.
Pregunta: Si ingresó al estado de justificación con la ayuda del Bautismo de deseo y luego no recibió el Bautismo de agua, ¿podría ser salvo?
Respuesta: Nunca (pág. 121).

En otro lugar, es aún más enfático: "Los adultos no bautizados que mueren van al infierno" (pág. 128).

Así que ahí lo tienen. Si no hay bautismo con agua, no hay salvación, aunque el difunto se encontrase en el estado de justificación en el momento de su muerte. Eso significaría que hay almas, en el infierno, que están en el estado de gracia santificadora. Esto no solo es erróneo, es blasfemo. Decir que una persona que ama a Dios y está en el estado de gracia santificante, sería condenada al infierno por toda la eternidad sería, en mi opinión, una blasfemia. Porque se uniría a Dios (quien vive en el alma que está en el estado de gracia) con el demonio en el infierno. Eso no puede ser.

Imaginando una conversación con un teólogo que cree en el Bautismo de Deseo, el Padre Feeney instruye a sus partidarios de la siguiente manera: Si el teólogo pregunta: "'Si mueres en el estado de justificación, sin haber sido bautizado, ¿no eres salvo?' Debes responderle: 'No, no lo eres'. ... "Y si persiste en decir: 'Bueno, ¿adónde va uno que muere en el estado de justificación que se ha logrado sin el bautismo?', Insista en que no va al cielo" (p. 135).

En otro lugar repite esta enseñanza, una vez más en un formato de pregunta y respuesta:

“Pregunta: ¿Se salvan las almas de aquellos que mueren en el estado de justificación, si no han recibido el Bautismo de Agua? Respuesta: No. No se salvan” (p. 137).

Como puede ver, esto significaría que no hay esperanza para alguien que no ha sido bautizado. El Padre Feeney incluso dice: "Cuando vayas al cielo, ¡la mayoría de los estadounidenses que conoces tendrán menos de siete años!" (P. 23). ¡Piense en eso por un minuto!

¡Es una lástima!

El Padre Feeney se da cuenta de que su enseñanza es dura, hasta el punto de ser cruel: "Si parezco cruel en este asunto ..." (p. 136). En otro lugar, afirma que "el Espíritu Santo no está interesado en nuestro amor hasta que las aguas de la regeneración fluyan sobre nosotros" (p. 138).

Pero, ¿qué pasa si uno no puede recibir el sacramento del bautismo, sin que sea culpa suya? El Padre Feeney diría que es simplemente una lástima: "Si no recibe el Bautismo de agua, no puede ser salvo, ya sea culpable o no, de no haberlo recibido" (pág. 126). Una vez más, dice: “Y ahora permítaseme volver a lo que se llama necesidad de medios en un requisito sacramental. La necesidad de medios significa que, si no tienes el requisito, es una lástima, tanto si eres culpable como si no lo eres. Si no tienes culpa, es simplemente una lástima” (p. 128).

¡Así que es una lástima! Si no has sido bautizado con agua, estás perdido. ¿Qué dice esto de nuestra comprensión de la misericordia de Dios? De hecho, parece ser más bien similar a las enseñanzas de Juan Calvino, John Knox y Cornelio Jansenio, sobre la predestinación: Dios creó algunas almas para condenarlas, y no hay nada que puedan hacer al respecto. El P. Feeney incluso dice: "Yo mismo diría, mis queridos hijos, que un catecúmeno que muere antes del bautismo, es castigado" (pág. 125). Una vez más, "es una lástima"! ¿Cómo concuerda esto con esa doctrina expuesta en las Escrituras, de que Dios desea la salvación de todos los hombres: “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad" (I Tim., 2: 4)?

Despreciando al Papa

Un punto importante de la doctrina, que el Padre Feeney enseñó, correctamente, es la absoluta necesidad de someterse al sucesor de San Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra. Para citar de nuevo su libro: "Nadie puede ingresar al Reino de los Cielos sin la sumisión personal a nuestro Santo Padre, el Papa" (p. 186). La ironía, sin embargo, es que el propio padre Feeney no se sometió al verdadero Papa. Por un lado, publicó su libro sin imprimátur, en violación de la ley canónica, que fue promulgada por el Papa. Continuó operando aparte, y desafiando al magisterio local, por el cual finalmente fue excomulgado por el Santo Oficio el 13 de febrero de 1953.

También habló de manera despectiva sobre la enseñanza papal. Por ejemplo, se refiere a las enseñanzas del Papa Pío IX de la siguiente manera: "Y este razonamiento falso se basa en una interpretación de un par de oraciones del Papa Pío IX ... dos oraciones redactadas descuidadamente en una encíclica del Papa Pío IX, en la cual Los liberales basan su enseñanza...” (p. 53). En esta declaración se refiere a la alocución Singulari Quadam (12/9/1854; Denzinger 1647) y a la encíclica Quanto Conficiamur Moerore (8/10/1863; Denzinger 1677). No reproduciremos las citas aquí, las que se pueden leer en www.baptismofdesire.com . El punto a destacar es la arrogancia y la condescendencia con que el Padre Feeney se refiere a la enseñanza papal, una actitud que es impactante y escandalosa para cualquier católico serio.

También ignora el hecho de que la Iglesia ha enseñado claramente la doctrina del bautismo de deseo durante muchos siglos. El Concilio de Trento enseñó, al referirse al tránsito del pecador del estado de pecado al estado de gracia: "Este transtito, sin embargo, no puede, desde la promulgación del Evangelio, efectuarse sino a través de la fuente de regeneración o su deseo...” (Sesión VI, Capítulo 4). Esta misma enseñanza siempre ha sido enseñada por la Iglesia y sus teólogos, tanto antes como después del Concilio de Trento.

Sin embargo, el Padre Feeney afirma que la enseñanza del Bautismo de deseo se originó con el Catecismo de Baltimore en el siglo XIX: "El punto crucial, entonces, en el que la herejía entró a la Iglesia Católica en los Estados Unidos y de allí volvió a la Fe agonizante de Europa y del resto del mundo, fue por medio de la enseñanza de la doctrina conocida como "Bautismo de deseo" en el Catecismo de Baltimore ”(p. 118). Como pueden ver, ignora por completo lo que los Papas y teólogos enseñaron mucho antes de que existiera el Catecismo de Baltimore. Por ejemplo, san Alfonso María de Ligorio, que vivió en el siglo XVIII, enseñó lo siguiente:

"El bautismo de deseo es la conversión perfecta a Dios por contrición o amor de Dios por encima de todas las cosas, acompañado por un deseo explícito o implícito de un verdadero bautismo de agua, el lugar que ocupa en cuanto a la remisión de la culpa, pero no en cuanto a la impresión. del carácter o en cuanto a la eliminación de toda deuda de castigo ... Ahora es de fide que los hombres también son salvados por el Bautismo de deseo, en virtud del Canon Apostolicam de presbytero non baptizato y del Concilio de Trento, sesión 6, Capítulo 4, donde se dice que nadie puede ser salvado "sin la fuente de la regeneración o el deseo de obtenerla” (Teología moral, libro 6, sección II, página 310, no. 96).

Este es solo un ejemplo de la enseñanza anterior al siglo XIX, que destruye por completo la afirmación del Padre Feeney, de que la enseñanza del Catecismo de Baltimore se "lavó" a Europa y al resto del mundo. No hubo Catecismo de Baltimore cuando San Alfonso escribió estas palabras.

Hay otras cosas extrañas que se encuentran en "El Pan de la Vida". Por ejemplo, el P. Feeney dice lo siguiente con respecto a los bebés que mueren después del bautismo: “Van a la Visión Beatífica. Ellos son del reino de María; mas no son los hijos de Maria. María es su reina, pero no su madre” (p. 98). De hecho, es una extraña noción de que María no es la Madre de los bebés que mueren en la gracia de Dios. Pero la siguiente noción es aún más extraña: “Si un niño muere después de haber recibido el bautismo, muere como hijo de Dios, pero no como hijo de María. Cuando recupera su cuerpo, en el fin del mundo, tiene que beber el cáliz en el Reino de su Padre para ser incorporado en carne y sangre con Jesús, y así convertirse en el hijo de María. ¡No hay otra manera!” (P. 98). Entonces, ¿significa esto que es posible recibir la Sagrada Eucaristía en el cielo? ¿Qué más podría querer decir con "beber el cáliz"?

Conclusión

En este artículo he citado del propio libro del P. Feeney, para poder explicar su enseñanza con sus propias palabras. Ciertamente no recomiendo a nadie que lea el libro del Padre Feeney, ya que está lleno de errores y ha sido publicado en contra de los requisitos del derecho canónico. Simplemente lo cito para demostrar claramente lo que enseñó: "sacarlo directamente de la boca del caballo", como dice el dicho.

La historia del Padre Leonard Feeney es ciertamente trágica. Nacido en Lynn, Massachusetts en 1897, ingresó en el noviciado de los jesuitas en 1914 y fue ordenado en 1928. Después de ocupar varios cargos docentes diferentes, se convirtió en capellán del St. Benedict Center en Harvard Square en 1945. Debido a las preocupaciones sobre sus enseñanzas, Le fue ordenado, por sus superiores jesuitas, ir al Colegio de la Santa Cruz en Worcester. Al principio cumplió con esta orden y acudió, pero más tarde, bajo la influencia de dos laicos afiliados al St. Benedict Center, regresó allí, desafiando las órdenes de su superior.

Finalmente, fue convocado a Roma, pero se negó a ir. Su negativa lo llevó finalmente a su excomunión por el Santo Oficio en 1953. El P. Feeney se mostró desafiante y afirmó que la excomunión contra él no era válida. Trasladó su St. Benedict Center a Still River, Massachusetts, y operó allí sin someterse a la autoridad legítima del obispo de Worcester. Su grupo compró una gran propiedad y comenzó a vivir una vida separada de otros católicos y de la jerarquía de la Iglesia. Este grupo comenzó a participar en prácticas extrañas, como separar familias (quitarles los niños a sus padres, a quienes no se les permitió ver, excepto en ciertos días de fiesta) y castigos brutales impuestos a los niños por infracciones menores.

P. Feeney finalmente se presentó ante el obispo local en 1972 y buscó que su excomunión fuera levantada. Aunque esto sucedió mucho después del Concilio Vaticano II, y por lo tanto la legitimidad del obispo local es cuestionable, no obstante, podemos esperar que su sumisión fuera sincera. El Padre Feeney murió en 1978, pero, lamentablemente, sus seguidores han seguido difundiendo sus errores a lo largo y ancho. Ya es hora de que se sometan humildemente a las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, el "pilar y el fundamento de la verdad" (1 Tim 3:15), ya que quién rechaza, a la Iglesia que Cristo fundó, al rechazar sus enseñanzas, ciertamente no le será posible salvar su alma.


Fuente: Novus Ordo Watch

Traducción: Cristo Vuelve






Sea todo a la mayor gloria de Dios.


martes, 24 de julio de 2018

El Bautismo de Deseo y los Principios Teológicos




El martirio de Santa Emerenciana





EL BAUTISMO DE DESEO Y LOS PRINCIPIOS TEOLÓGICOS
(2000)

por el Padre Anthony Cekada


¿Que Principios deben seguir los Católicos para llegar a la Verdad?


A LO LARGO DE LOS AÑOS me he encontrado ocasionalmente con tradicionalistas, tanto laicos como clérigos, que siguieron las enseñanzas del difunto padre Leonard Feeney y el Centro San. Benito sobre el axioma "Fuera de la Iglesia no hay salvación". Aquellos que abrazan por completo la posición Feeneyita rechazan la enseñanza común católica acerca del bautismo de deseo y el bautismo de sangre.

Los católicos, sin embargo, no son libres de rechazar esta enseñanza, porque proviene del magisterio ordinario universal de la Iglesia. Pío IX declaró que los católicos están obligados a creer aquellas enseñanzas que los teólogos sostienen "pertenecen a la fe" y se someten a esas formas de doctrina comúnmente sostenidas como "Verdades y conclusiones teológicas".

En 1998, fotocopié material sobre el bautismo de deseo y de sangre de las obras de veinticinco teólogos de antes del Vaticano II (incluidos dos Doctores de la Iglesia), y los  reuní en un dossier. Todos, por supuesto, enseñan la misma doctrina.

Detrás del rechazo Feeneyita de esta doctrina se encuentra un rechazo de los principios que Pío IX estableció, los que forman la base para toda la ciencia de la teología. El que rechaza estos criterios rechaza los fundamentos de la teología católica y construye una teología peculiar propia, en donde su propia interpretación de los pronunciamientos papales es tan arbitrario e idiosincrásico como la interpretación de la Biblia de un Bautista libre pensador. Por eso es completamente inútil discutir con esa persona sobre el bautismo de sangre y de deseo, porque él no acepta el único criterio sobre el cual debe juzgarse un asunto teológico.

Lo que sigue son notas de una conferencia del 15 de julio de 2000 en la que dí respuesta acerca de los principios que se aplicarán al examinar la cuestión del bautismo de deseo y de sangre. Las fotocopias del dossier mencionado está disponible en nuestra oficina por  un pequeño cargo.





Sección I


¿QUÉ PRINCIPIOS EXIGE LA IGLESIA QUE UD. SIGA?


I. Debemos seguir las enseñanzas magisterio solemne y del ordinario universal de la Iglesia (Concilio Vaticano I)

A. Principio General

[Del objeto de la fe]. Ahora bien, deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional, y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal magisterio. Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática sobre la Fe Católica (1870), DZ 1792.

B. El Código de Derecho Canónico impone la misma obligación (Canon 1323.1)

C. En consecuencia, estamos obligados a creer con fe divina y católica aquellas cosas:

1. Contenidas en las escrituras o en la Tradición, 
2. Propuestas para ser creídas como divinamente reveladas por la autoridad de la Iglesia ya sea mediante:

a. Pronunciamientos solemnes (Concilio Universal o por los papas ex cathedra)

b. Magisterio Universal Ordinario (enseñanza de los obispos en unión con el Papa, un concilio, o enseñado universalmente.)

D. Esto no es "opcional" o "cuestión de opinión".

• Esto define el objeto de la fe - lo que estamos obligados a creer.
• Más aún es de fide definita — un pronunciamiento solemne, infalible e inalterable.

II. Debemos creer aquellas enseñanzas del magisterio universal ordinario sostenidas por los teólogos como pertenecientes a la fe. (Pío IX).

• “Porque aunque se tratara de aquella sujeción que debe prestarse mediante un acto de fe divina; no habría, sin embargo, que limitarla a las materias que han sido definidas por decretos expresos de los Concilios ecuménicos o de los Romanos Pontífices y de esta Sede, sino que habría también de extenderse a las que se enseñan como divinamente reveladas por el magisterio ordinario de toda la Iglesia extendida por el orbe y, por ende, con universal y constante consentimiento son consideradas por los teólogos católicos como pertenecientes a la fe.” Tuas Libenter (1863), DZ 1683.

III.  Debemos someternos a las decisiones doctrinales de la Santa Sede y a otras formas de doctrina comúnmente sostenidas como verdades y conclusiones teológicas (Pío IX).

A. Principio General

• “Mas como se trata de aquella sujeción a que en conciencia están obligados todos aquellos católicos que se dedican a las ciencias especulativas, para que traigan con sus escritos nuevas utilidades a la Iglesia; de ahí que los hombres del mismo congreso deben reconocer que no es bastante para los sabios católicos aceptar y reverenciar los predichos dogmas de la Iglesia, sino que es menester también que se sometan a las decisiones que, pertenecientes a la doctrina, emanan de las Congregaciones pontificias, lo mismo que a aquellos capítulos de la doctrina que, por común y constante sentir de los católicos, son considerados como verdades teológicas y conclusiones tan ciertas, que las opiniones contrarias a dichos capítulos de la doctrina, aun cuando no puedan ser llamadas heréticas, merecen, sin embargo, una censura teológica de otra especie.” Tuas Libenter (1863), DZ 1684.


B. En consecuencia debemos adherir a lo siguiente

1. Decisiones doctrinales de las congregaciones vaticanas (v.gr, El Santo Oficio).

2. Formas de doctrina sostenidas como:
a. Verdades y conclusiones teológicas;
b. Tan ciertas que la oposición a éstas merece alguna clase de censura teológica diversa a la de "herejía".


IV. Debemos rechazar las siguiente proposiciones condenadas acerca de esta materia: 

A. Los teólogos han obscurecido principales verdades de nuestra fe. (Condenada por Pío VI.)

“La proposición que afirma: que en estos últimos siglos se ha esparcido un general oscurecimiento sobre las verdades de más grave importancia, que miran a la religión y que son base de la ley de la doctrina moral de Jesucristo, es herética.” Auctorem Fidei (1794) DZ 1501.

B. Los católicos están obligados a creer sólo aquellas cosas propuestas infaliblemente como dogmas. (Condenado por Pío IX.)

“Así, pues, todas y cada una de las depravadas opiniones y doctrinas que en estas nuestras Letras están particularmente mencionadas, por nuestra autoridad apostólica las reprobamos, proscribimos y condenamos, y queremos y mandamos que por todos los hijos de la Iglesia Católica.."
“22. La obligación que liga totalmente a los maestros y escritores católicos, se limita sólo a aquellos puntos que han sido propuestos por el juicio infalible de la Iglesia como dogmas de fe que todos han de creer. Proposición Condenada - Encíclica Quanta Cura y Syllabus de Errores (1864), DZ 1699, 1722.

C. No existe obligación de someterse a las encíclicas, pues los papas no están ejercitando su supremo poder. (Condenada por Pío XII.)

Tampoco ha de pensarse que no exige de suyo asentimiento lo que en las Encíclicas se expone, por el hecho de que en ellas no ejercen los Pontífices la suprema potestad de su magisterio; puesto que estas cosas se enseñan por el magisterio ordinario, al que también se aplica lo de quien a vosotros oye, a mí me oye [Lc. 10, 16], y las más de las veces, lo que en las Encíclicas se propone y se inculca, pertenece ya por otros conceptos a la doctrina católica.” Humani Generis (1950), DZ 2313.





Sección II

POR QUÉ LA IGLESIA REQUIERE QUE USTED 
CREA O ADHIERA  A LAS DOCTRINAS 
COMÚNMENTE ENSEÑADAS POR SUS TEÓLOGOS 


Resumen traducido por el padre Cekada de Fr. Reginald-Maria SCHULTES OP, "De Catholica Ecclesia: Praelectiones Apologeticae" [La Iglesia Católica: Conferencias apologéticas ], 2 º. Ed., París: Lethielleux, 1931, págs. 667ff. Este libro fue usado por los estudiantes para el doctorado en teología en las universidades romanas en los 1900s tempranos. El p. Schultes sostuvo el más alto grado teológico en la orden Dominicana (OPS  Th Magister), y fue profesor en la Universidad Pontificia del Angelicum de Roma. Las secciones marcan con asteriscos (*) = comentarios adicionales por el padre Cekada.

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